Rusia

La vida secreta de Al Asad en Moscú: enganchado a los videojuegos y custodiado por espías

El ex dictador sirio vive refugiado en un rascacielos tras huir a Rusia el pasado diciembre

Putin y El Asad en un encuentro en Moscú.
19/10/2025
4 min

MoscúDurante meses, el día a día del expresidente sirio, Bashar el Asad, en Moscú ha sido un misterio. El dictador huyó de su país el 8 de diciembre del 2024, mientras los rebeldes entraban en Damasco y ponían fin a más de cincuenta años de dinastía familiar de los Asad al poder. Al cabo de unas horas, se supo que Vladimir Putin le había concedido asilo político, pero desde entonces nadie le ha visto ni se ha sabido nada. Hasta ahora, que una investigación del diario alemánDie Zeitha aportado algo de luz sobre la nueva vida de este autócrata acusado de crímenes contra su pueblo.

Un antiguo miembro de su círculo íntimo ha explicado al medio que Al Asad reside en un triple apartamento de un rascacielos de lujo, con fachada acristalada, en el distrito financiero de Moscú. Este barrio se encuentra en el oeste de la ciudad, a orillas del río y cuenta con siete de los diez edificios más altos de Europa, entre ellos el del ex dictador. Según esta fuente, Al Asad también realiza estancias en una villa en las afueras de la capital.

Una de las revelaciones más sorprendentes es que el expresidente sirio "pasa horas jugando a videojuegos online" y, a veces, visita el centro comercial ubicado en la planta baja de su torre, aunque nadie se le ha encontrado nunca. Los servicios secretos rusos, el FSB, le tienen vigilado día y noche y, precisamente, esta invisibilidad sería una de las condiciones impuestas por el Kremlin para garantizarle seguridad.

El pasado diciembre, Putin se limitó a decir que tenía intención de reunirse con Al Asad, pero, si esto ha sucedido, no ha trascendido ninguna foto. En abril, el embajador ruso en Bagdad sí apuntó que el asilo del exlíder sirio estaba "sujeto a condiciones estrictas", que la actividad política o las apariciones públicas no eran "deseables" y que si no salía del guión "estaría seguro".

Rumores de envenenamiento

La opacidad sobre su paradero ha dado alas a rumores de toda clase como, por ejemplo, dos intentos de envenenamiento, que ninguna fuente oficial ha confirmado. El primero, alrededor de Fin de Año, cuando perfiles presuntamente vinculados a la inteligencia exterior rusa aseguraron que un día, de repente, el exdictador se había ahogado, se había puesto a toser y había tenido dolor de estómago hasta que los servicios médicos lo habían atendido en el mismo apartamento. El segundo, el 20 de septiembre, lo denunció por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, una ONG con sede en Reino Unido. Su presidente sostiene que El Asad estuvo ingresado durante unos días en un hospital de las afueras de Moscú "no sólo por una intoxicación alimentaria, sino por una operación de envenenamiento".

El gobierno ruso niega que alguien intentara poner fin a la vida del ex dictador. Esta semana, el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, ha declarado que "no se produjeron intoxicaciones" y añadió: "Si aparecen estos rumores, los dejo a la conciencia de quien los difunde."

Tras perder el aliado histórico en la región, el Kremlin y el nuevo gobierno sirio tratan de olvidar que durante una década han estado luchando en bandos enfrentados. El miércoles, el actual presidente, Ahmed al Sharaa, viajó a Moscú y se abrió a mantener las bases militares rusas en el país, pero también reclamó la extradición de Al Asad. Ahora bien, parece difícil que Putin, que le acogió traumatizado por el salvaje desenlace de Moamar Gadaffi en Libia, esté dispuesto a traicionarlo.

La familia Al Assad

El Asad no está solo en Moscú, donde desde 2013 cuenta con cerca de una veintena de apartamentos de lujo, sino que le acompaña la familia. La mujer del ex dictador, Asma, se estaba tratando de una leucemia en la capital rusa en el momento de la huida de su marido y ahora sigue viviendo en ella. También lo hace el hermano pequeño de Bashar, Maher, a quien se le ha visto por el centro de la ciudad en alguna ocasión y de quien la fuente deDie Zeitasegura que reside junto a la plaza Roja, en el hotel Four Seasons, donde "pasa el tiempo emborrachándose y fumando xixa".

Pocos días antes de la caída del régimen, uno de los hijos del matrimonio, Hafez, había defendido la tesis doctoral de Matemáticas en la Universidad Estatal de Moscú. En febrero, inesperadamente, el joven colgó un vídeo en Instagram paseando por el centro de la ciudad y dando su versión de los días previos a la huida, que coincide con el relato épico que hizo su padre y según el cual los Al Asad no tenían intención de abandonar el país. Sin embargo, una investigación de Reuters reveló que, al menos dos días antes de la fuga definitiva, Bashar ya había estado sacando de Siria dinero, objetos de valor y documentos secretos.

Con los Al Asad también se trasladaron a Rusia unos 1.200 oficiales sirios, muchos de ellos de la minoría alauí. "Los que no tenían mucho dinero fueron llevados a Siberia, mientras que los ricos viven en Moscú", explica el diario alemán. Los miembros de mayor rango visitan al exlíder en la villa de las afueras de la capital y también cuentan con la protección del Kremlin, aunque su seguridad no es equiparable a la jaula de cristal donde vive con todas las comodidades el antiguo aliado de Putin caído en desgracia.

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