HISTÒRIA

Los soldados africanos que ganaron la Segunda Guerra Mundial

Francia y otras potencias europeas obligaron a luchar a miles de jóvenes procedentes de las colonias en África

Francesc Millan
4 min
Soldats africans vigilant un carregament el 1945 al port de Casablanca.

BarcelonaEra agosto de 1944 y, con París preparada para ser liberada de la ocupación nazi, el bando de los aliados estudiaba los últimos detalles de la operación. Philippe Leclerc, comandante francés encargado de comandar a las tropas que entrarían en la capital, recibía una orden muy concreta desde los Estados Unidos: siguiendo la política segregacionista norteamericana, se pedía que no hubiera soldados africanos entre los efectivos que llevarían el triunfo a París. Conscientes del simbolismo que supondría la recuperación de la ciudad, querían evitar la imagen de hombres negros liberando a los franceses de las zarpas de Adolf Hitler. El general Charles de Gaulle lo aceptó, y Leclerc inició “un blanqueamiento” exprés de su ejército. El cambio fue enorme: básicamente porque hasta entonces más de la mitad de los soldados que habían luchado bajo las órdenes de Leclerc eran hombres a los que Francia había hecho venir de sus colonias en África del Norte y en África subsahariana.

Llegado el día de la liberación, el 25 de agosto, solo un soldado negro patrulló por las calles de la capital: Claude Mademba Sy, y porque tenía la ciudadanía francesa. El resto fueron desmovilizados, obligados a renunciar a la gloria de recuperar París a pesar de haber luchado en la primera línea de frente en múltiples batallas contra la Alemana nazi. Fueron ellos, por ejemplo, los que protagonizaron el desembarco de Provenza, el 15 de agosto, clave para liberar el sur francés de los nazis. También los que lideraron el control de ciudades como Marsella y Tolón. O los que subieron hacia el norte, siguiendo el río Roine, limpiando el camino hacia París.

Olvidados por la historia

Episodios enterrados como este ayudan a entender por qué ahora, más de 75 años después, el papel de los soldados africanos durante la Segunda Guerra Mundial -también durante la Primera- continúa siendo desconocido para muchos. “En general, la historiografía ha desarrollado poco el tema”, admite Omer Freixa, historiador africanista de las universidades argentinas de Buenos Aires y Tres de Febrero, que continúa: “El relato ha estado ocupado siempre y de manera intencionada por el heroísmo de los combatientes europeos y norteamericanos, pero la verdad es que sin el papel de los soldados africanos la victoria aliada no habría sido posible”.

Francia fue, sin duda, quien más nutrió a sus tropas con uniformados llegados de las colonias en África. Y, en concreto, destacó la participación de los llamados tirailleurs sénégalais (tirachinas senegaleses), jóvenes procedentes del Senegal francés, pero también de Mauritania, de Guinea, de Malí, del Chad o de Níger que, en la inmensa mayoría de casos, fueron forzados por la metrópoli a cruzar el mar para luchar en unas guerras que no eran suyas.

En los dos grandes conflictos mundiales se calcula que, como mínimo, 500.000 tirailleurs sénégalais -se los denominaba genéricamente senegaleses porque los primeros venían de este país- lucharon bajo las órdenes del ejército francés. El puerto de Dakar, capital de Senegal, fue un escenario clave: barcos llenos de jóvenes -separados de sus familias y que a menudo nunca habían cogido una arma- salían hacia el sur de Francia. Los viajes se producían con más o menos intensidad, según la demanda de la metrópoli. “Este reclutamiento masivo recordaba escenas de la esclavitud”, apunta Freixa. Una vez llegaban a Europa eran trasladados a la primera línea del frente, la más vulnerable ante el fuego enemigo. Nunca se sabrá la cifra de los que murieron.

Pero hay ejemplos que ayudan a coger perspectiva. Como cuando en junio de 1940, y ante el avance de las tropas nazis hacia Lyon, el ejército francés ordenó recular a sus efectivos excepto una división de los tiradores senegaleses, que resistió los embates de los alemanes hasta que acabaron siendo capturados. Muchos fueron directamente masacrados, otros fueron encerrados hasta la liberación francesa en campos de concentración. Hoy, en la comuna de Chasselay, al lado de Lyon, hay una necrópolis militar donde están enterrados 188 de los tirailleurs sénégalais que murieron durante ese combate.

Promesas incumplidas

Pero si la historia ha discriminado el papel de estos africanos durante las grandes guerras, también lo hicieron las potencias una vez acabados los conflictos. En la mayoría de los casos, Francia no cumplió las promesas que hizo a los soldados africanos antes de enviarlos al frente. Las recompensas y los reconocimientos no eran, ni mucho menos, equiparables a los de los soldados autóctonos. Y, aún así, nunca llegaron. Sus pensiones fueron congeladas durante años, y no fue hasta 2010 cuando el entonces presidente Nicolas Sarkozy alineó las pagas de todos los veteranos de guerra, independientemente de su nacionalidad o lugar de residencia. También se les prometió la nacionalidad francesa, a pesar de que fue en 2017 -cuando la mayoría ya habían muerto- cuando François Hollande agilizó y generalizar los trámites. Monumentos en su honor hay pocos.

Pero hay un recuerdo que duele especialmente: en diciembre de 1944, un grupo de tirailleurs había sido devuelto a Thiaroye, en la costa senegalesa, en el marco precisamente de la operación de blanqueo de las tropas francesas. Muchos de ellos venían de ser encarcelados en campos de concentración nazis y condenados a trabajos forzados después de la derrota en Lyon de 1940. Enfadados por el incumplimiento de los pagos a pesar del sufrimiento vivido, se rebelaron contra las autoridades francesas presentes en la base de Thiaroye. Para calmar los ánimos y hacer una demostración de fuerza, París dio la orden de atacar a los mismos soldados que habían luchado en su nombre en Europa. Un grupo de gendarmes franceses, soldados y tirailleurs que sí acataban las directrices de la metrópoli masacraron a al menos 70 compañeros suyos.

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