Los talibanes no son el único quebradero de cabeza de la población de Afganistán

La sequía, la pandemia y el comienzo del invierno agravan una crisis humanitaria que hace décadas que dura

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Manuel Fontaine, utiliza un punto de agua con bomba instalado por UNICEF

Con talibanes o sin ellos, la población afgana sufre una gravísima crisis humanitaria que hace décadas que dura, aunque sin ocupar titulares. Al menos diez millones de niños necesitan asistencia humanitaria para sobrevivir (un millón de los cuales sufre desnutrición severa) y 18 millones dependen de recibir los alimentos que facilita la ONU, y que se tienen que repartir antes de que empiece el invierno, cuando muchas regiones quedan aisladas. Por si no bastase con eso, el país atraviesa una fuerte sequía, mientras se enfrenta al impacto devastador del covid-19 en la salud y en la economía.

"Catorce millones de afganos luchan cada día para tener un plato en la mesa. El precio del trigo se ha disparado un 25% en los últimos meses y es muy difícil pensar en un futuro para esta población", alerta John Aylieff, director regional para Asia del Programa Mundial de Alimentos. Alerta de que necesitan 170 millones de euros mensuales para hacer llegar la ayuda de emergencia, pero el hecho de que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional haya congelado la financiación de los proyectos en el país desde la llegada al poder de los talibanes dificulta mucho las cosas.

El impacto de la sequía se puede anticipar por la experiencia del año 2018, cuando unas 250.000 personas tuvieron que marcharse de su casa cuando se secaron los pozos. Los campesinos dejaron atrás cultivos secos y los pastores malvendieron el ganado. Al oeste del país, las familias tuvieron que refugiarse en campos a los alrededores de la ciudad de Herat, donde todavía decenas de miles de personas no han podido volver a casa. La sequía provocó más desplazados internos que la guerra y las autoridades se mostraron totalmente incapaces de gestionar la crisis. En el país hay al menos 550.000 personas que viven fuera de su casa.

Este año las señales de alarma son terribles. Afganistán necesita unos seis millones de toneladas métricas de trigo cada año, pero se calcula que este año se producirá la mitad, según la FAO. Más de un tercio de la población se enfrenta a niveles de crisis o emergencia de inseguridad alimentaria causados por conflictos, la pandemia, el alza de precios de los alimentos y el paro.

10 millones de niños necesitan ayuda

La grave sequía y la pandemia han agravado todavía más la situación humanitaria de los más pequeños, en un país donde 4,2 millones de menores, la mayoría niñas, no estaban escolarizados, incluso cuando los talibanes no estaban en el poder. Sam Mort, portavoz de Unicef en el país, recuerda: "Afganistán está en crisis, y los que son menos responsables están pagando el precio más alto. Diez millones de niños y niñas necesitan desesperadamente ayuda humanitaria y si no se toman medidas inmediatas, un millón de niños menores de cinco años sufrirán una desnutrición potencialmente mortal antes de que acabe el año".

Antes de la llegada al poder de los talibanes las perspectivas de la pandemia en el país ya eran catastróficas. El objetivo del gobierno derribado era haber vacunado al 20% de la población este año y el 60% a finales de 2022. Además, hay que seguir administrando vacunas vitales contra la polio o el sarampión. Pero la Organización Mundial de la Salud ha alertado de que solo tiene suministros médicos para una semana más, y que con el caos en el aeropuerto de Kabul no puede entrar en el país el material almacenado en Dubái.

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