¿Por qué Turquía quiere mediar entre Rusia y Ucrania?
Ankara depende de los dos países para su estabilidad
AnatòliaDesde que el conflicto empezó, Turquía ha estado en permanente contacto con Moscú y Kiev para intentar apagar un fuego que ya quema en todo Ucrania. El resultado más notorio de las decenas de llamadas telefónicas ha sido el encuentro que ha tenido lugar este jueves entre el ministro de Asuntos Extranjeros ucraniano, Dmytró Kuleba, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en la ciudad turca de Anatolia, la primera de más alto nivel entre los dos gobiernos. Nadie ha pronunciado la palabra fracaso, pero la reunión no ha dado ningún resultado para el futuro inmediato. Turquía ya preparaba este encuentro e insistía en hacerlo hace mucho tiempo, incluso antes de que la guerra estallara. La disputa entre los dos países es una prioridad para el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que ve como dos aliados se pelean y él mismo puede salir escaldado. De hecho, poco antes de empezar el conflicto, el máximo mandatario turco estaba de gira por varios países africanos y tuvo que volver deprisa y corriendo en vista de lo que podía pasar.
Pero ¿cuál es el motivo por el que Ankara quiere ser el mediador de un conflicto que ya ha generado más de dos millones de refugiados? Turquía sabe que tiene los dedos enganchados a una guerra que no le va bien: tanto Kiev como Moscú son socios indispensables. Por un lado, Ucrania es un cliente armamentístico y, de por otro, Rusia es fundamental para la salud de la economía turca por dos razones: millones de turistas rusos visitan Turquía cada año. Además, Ankara depende del gas ruso. Con el país eurasiático en época de vacas flacas y unas elecciones a la vuelta de la esquina donde Erdogan corre el peligro de perder según las encuestas, Rusia puede ser un aliado. Turquía es un socio militar importante para el Kremlin gracias a la compra de los misiles S-400, una transacción que hizo mucho daño a los intereses de la OTAN y Estados Unidos, y que no solo generó tensiones diplomáticas, sino que también provocó la expulsión de los turcos del programa de avión de combate F-35, liderado por el Pentágono. La compra se vio como un acercamiento muy notorio entra Ankara y Moscú, y un alejamiento de Turquía de Occidente y de la OTAN. Pero, cuidado: a pesar de la proximidad con el Kremlin, Turquía es una pieza fundamental en la OTAN, por lo que una fuerte escalada bélica que provocara la entrada de la Alianza Atlántica en el conflicto dejaría a Ankara en una posición bastante incómoda: tendría que escoger entre la OTAN o Rusia. Aun así, Erdogan y Putin libran guerras donde son contrincantes, como Libia, el sur del Cáucaso o Siria.
Neutralidad
Por lo tanto, Ankara es diplomática a la hora de tratar la guerra en Ucrania: mientras que muchos países optan por aplicar sanciones en Moscú, Turquía no quiere escuchar hablar de ello. Ya lo dijo el propio portavoz del gobierno turco, Ibrahim Kalin, que justificó: “Algunos de nosotros tendremos que estar en contacto con Rusia y animarles a volver a la mesa de negociaciones”. Es decir, Turquía, además de querer levantarse como mediador entre Ucrania y Rusia, también pretende ser la celestina de Occidente con el Kremlin cuando el diálogo pase –quizás– por los peores momentos.
En cuanto a la aplicación de la Convención de Montreux para cerrar el Bósforo y los Dardanelos en las fragatas rusas, Turquía fue neutral: no solo cerró el paso a los rusos, tal como pidió el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, lo cerró para todos los barcos del mundo para no tener un problema con Putin. Por lo tanto, mientras la diplomacia turca continúa esquivando balas, el país eurasiático se encuentra –nunca mejor dicho– entre dos aguas: entre la amistad ucraniana y el miedo al socio ruso.