La UE explora crear una fuerza militar propia después de la crisis en Afganistán

Los gobiernos europeos dispuestos tendrían que ceder soldados hasta llegar a los 5.000 efectivos, pero todavía no hay unanimidad

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Josep Borrell en Bruselas.

BruselasLa creación de un ejército europeo es un dilema –hasta ahora más teórico y político que práctico– que la Unión Europea hace tiempo que arrastra. Y si la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca impulsó la reflexión sobre la necesidad de más autonomía en el Viejo Continente, la crisis de Afganistán ha reavivado el debate sobre la dependencia militar de Europa. "Afganistán ha puesto en evidencia nuestras deficiencias. Tenemos que establecer nuevas herramientas militares", ha dicho el responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell, este jueves después de reunirse con los ministros de Defensa de la UE. Todavía no hay consenso, pero después del fracaso por la ocupación talibana de Kabul, la Unión explora la creación de una fuerza militar de intervención rápida formada por 5.000 efectivos que tendrían que ceder los estados miembros que estuvieran dispuestos.

La propuesta no es nueva del todo, pero es ahora cuando ha ganado más fuerza. De hecho, el propio tratado de la Unión, en el artículo 44, prevé la posibilidad de activar una unidad militar europea a pesar de que no ha sido nunca puesta en práctica. "Si no queremos depender de los otros, tenemos que desarrollar nuestras propias capacidades, lo tenemos que conseguir. Tenemos los ejércitos, tenemos los recursos, el problema es tener la coordinación y la voluntad de movilizarlos", ha asegurado Borrell. Ha sido Alemania quien, según ha explicado el exministro español, ha puesto encima de la mesa la necesidad de usar este instrumento legal. "Estoy de acuerdo y exploraremos esta posibilidad", ha insistido el catalán, que espera conseguir el apoyo definitivo en noviembre, cuando se tienen que reunir de nuevo los ministros de Exteriores para abordar también una nueva estrategia de defensa europea.

La idea de crear esta llamada "fuerza militar de intervención rápida" en la Unión Europea se discutió por primera vez en 1999, pero no fue hasta 2007 cuando se decidió que consistiría en 1.500 efectivos. En mayo, sin embargo, 14 países –entre los cuales estaban Alemania, Francia, España, Portugal, Italia y los Países Bajos– impulsaron un comunicado en el que apostaban por la creación de esta brigada de 5.000 soldados europeos, que serviría para actuar de manera rápida en crisis similares a las de Afganistán o en situaciones en las que un gobierno democrático extranjero necesite ayuda urgente, decían entonces los 14 firmantes. Ahora bien, ni situaciones como las de Libia habían convencido hasta ahora a los gobiernos europeos más reticentes de impulsar una intervención internacional con sello de la UE. La mayoría de voces contrarias están entre los países bálticos o del Este de Europa, que tienen miedo de desvincularse del paraguas de la OTAN ante la amenaza rusa, y otros que no ven claro un eventual aumento de gasto en Defensa.

Pero es justamente la dependencia de la OTAN y de los Estados Unidos lo que Bruselas quiere empezar a reducir y, según ha explicado el ministro de Defensa esloveno, Matej Tonin, que también presidía la reunión, algunos de sus colegas hasta ahora reticentes han demostrado un cambio de opinión después de los problemas durante la evacuación de refugiados y colaboradores en el aeropuerto de Kabul. Bruselas hace tiempo que intenta empujar en esta dirección y ahora se quiere aprovechar el momentum generado por la crisis de Afganistán para impulsar una iniciativa que, si se consigue pactar en noviembre, no se convertiría en realidad hasta 2022, pero que sería un gran adelanto en un debate que hasta ahora no ha salido del marco teórico o hipotético.

Una relación condicionada

Más allá de esta cuestión casi existencial para la Unión Europea y su futuro geoestratégico, lo que la UE sí es consciente de que tiene que empezar a decidir es qué hace y cómo se relaciona con el régimen talibán a partir de ahora. Borrell ha dejado claro que no habrá más remedio que relacionarse con él, pero que la interacción tendrá que ser "condicionada" políticamente, ha insistido después de recalcar que la prioridad de Europa tiene que ser dar protección y salida a las personas solicitantes de asilo que quieran marcharse de Afganistán y que hasta ahora no lo hayan podido hacer. "No los tenemos que llamar migrantes, los tenemos que llamar lo que realmente son: refugiados, hay una gran diferencia. Son personas que escapan de la posibilidad de ser asesinados. [...] Lo más importante es intentar sacar del país a la gente que quería marcharse en nuestros aviones y no pudo", ha sentenciado el exministro socialista en unas declaraciones que contrastan con el comunicado que emitieron los ministros del Interior esta misma semana, en que se descartaban las cuotas de acogida y se apostaba para alejar los refugiados de Europa y fortalecer el control fronterizo.

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