Aena falla en la utilización de la tecnología

Se acabe ampliando o no, el aeropuerto de El Prat tiene un gran margen de mejora en el uso de la tecnología de cara a los viajeros

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Cues que dificultan la circulación a la T1 del aeropuerto barcelonés del Prat

BarcelonaPor mucho que el protagonismo de estos días respecto al aeropuerto de Barcelona se lo haya llevado la forzada dicotomía entre una supuesta ampliación y el respeto por el medio ambiente, lo cierto es que la instalación actual necesita ante todo una reforma profunda de su funcionamiento, cuando menos de cara a los millones de pasajeros que acoge cada año. Y una parte de esta reforma tiene que ver con un uso más eficiente de la tecnología.

En concreto, la terminal T1 queda muy bien en las revistas de arquitectura, pero cualquiera que haya viajado un poco por el mundo sabe que es muy incómoda, con un diseño que prioriza la forma por encima de la función. Hay aspectos estructurales que no tienen remedio: la gran mayoría de los restaurantes y tiendas están en la planta inferior, al mismo nivel que el vestíbulo de llegadas, pero los vuelos hacia destinos de fuera de la zona Schengen se embarcan en la planta superior, la del vestíbulo de salidas, de forma que una vez pasado el control de pasaportes los viajeros ya no pueden bajar a consumir, una aberración en esta época en la que un aeropuerto es básicamente un centro comercial con aviones. Por eso Aena tuvo que poner hace años, justo después del control de seguridad, unos ortopédicos letreros luminosos que avisan a los usuarios de esta limitación. El resto de pasajeros, los que van a la zona B –la llamada espada, que contiene la mayoría de las puertas de acceso a los aviones–, a menudo tienen que atravesar en el camino hacia su puerta las colas de viajeros a punto de embarcar que invaden el pasillo central.

En general, el flujo de circulación por el interior de la T1 es bastante confuso. Esto explica que Aena haya tenido que invertir en un lujoso sistema digital de cartografía interior que facilita a los usuarios del aeropuerto orientarse con el smartphone hacia el lugar donde les toca ir en cada momento. Ahora bien, a pesar de que esta cartografía se puede consultar con el navegador web del teléfono –incluso en catalán–, el gestor aeroportuario ha considerado oportuno duplicar recursos, como suelen hacer muchos organismos públicos y parapúblicos: esta semana ha presentado la aplicación Aena Maps para móviles Android e iOS, que hace lo mismo que la web. Bueno, no exactamente: si la instalas en un teléfono configurado en catalán, la información se muestra solo en inglés, es decir, tiene el mismo nivel de respeto lingüístico que la aplicación genérica de Aena, que ofrece solo dos idiomas: castellano e inglés.

Las 'peculiaridades' de las aplis de Aena

Las aplicaciones web y móviles de Aena también tienen otras, digamos, peculiaridades. Como es natural, en la mayoría tienes que empezar eligiendo de cuál de los más de 40 aeropuertos gestionados por la empresa quieres consultar la información. Pero hay que observar un orden alfabético muy especial: si buscáis el aeropuerto de Barcelona en la letra B no lo encontraréis, porque está en la J de Josep Tarradellas. Pasa lo mismo con el de Madrid, que no está en la M sino en la A de Adolfo Suárez. Como si los millones de turistas extranjeros tuvieran que saber de memoria la lista de presidentes recientes de Catalunya y España.

Aena también aplica criterios de ordenación discutibles en otros ámbitos, como las pantallas de información sobre vuelos que hay dispersas por el recinto. Tanto en el vestíbulo de facturación como en las zonas de embarque y en la sala de recogida de equipaje, los vuelos aparecen ordenados en las largas listas por su hora prevista de salida/llegada, cosa que obliga al pasajero a hacer un esfuerzo adicional para encontrar el vuelo que le interesa. Probablemente tiene sentido que los sistemas internos de información del aeropuerto se rijan por el orden cronológico, pero de cara al público sería mucho más útil ordenar alfabéticamente la lista de vuelos por los nombres de la ciudad de destino/origen, como se hace en otros muchos aeropuertos del mundo (en la fotografía adjunta, el de La Guardia en Nueva York). El único motivo que se me viene a la cabeza para insistir en la ordenación horaria es que los viajeros que acabamos de aterrizar nos tengamos que entretener un rato buscando por qué cinta nos saldrá la maleta para así dar más tiempo para que llegue. Hay que tener presente que la recogida de equipajes en la T1 es especialmente lenta comparada con otros aeropuertos; quizás no hay que llegar al extremo de Shanghái, donde hay operarios poniendo las maletas con el asa hacia fuera para que sea más cómodo cogerlas, pero sí hay margen de mejora.

Aeropuerto de La Guardia, en Nueva York.

En general, el uso de la tecnología que Aena hace de cara a los usuarios del aeropuerto deja bastante que desear. Los aparcamientos adosados a la terminal disponen de un sistema de lectura de matrícula que tendría que agilizar las entradas y salidas de vehículos, pero rara es la vez que me ha funcionado sin incidencias (no es así en el del parking exprés, que generalmente acierta). En el de larga estancia, situado más lejos, a menudo hay plazas libres pero no siempre se pueden reservar en la web. Por todo el recinto de la T1 hay pantallas que combinan publicidad dinámica con información al público, pero durante buena parte del periodo pandémico, al inicio de la larga espada citada antes se aseguraba que por ahí se llegaba a las puertas de embarque entre la B21 y la B69, cuando en realidad a las de numeración más alta no se podía acceder debido al cierre parcial, pero se ve que nadie pensó en cambiarlo. Los pasajeros que llegamos del Reino Unido a la terminal T2 nos hemos encontrado a menudo teniendo que hacer largas colas para mostrar el pasaporte a los policías mientras al lado había una decena de flamantes terminales de lectura automática de documentos, todos parados.

En detalles como los mencionados se comprueba que la transformación digital de una empresa con más de 8.000 empleados, que factura más de 4.500 millones de euros al año y cotiza en el Íbex-35, no es solo cosa de gastar en tecnología, sino también de usarla de manera eficiente. Los negociadores que tengan que tratar con Aena harían bien en tenerlo presente.

Pasajeros que llegan del Reino Unido haciendo cola para enseñar el pasaporte mientras hay máquinas nuevas preparadas para este propósito que no se utilizan.
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