Arrodillados ante el porcentaje de gasto militar

La cumbre de defensa se saldó como era previsible: las ganas de rearmarse son inversamente proporcionales a la distancia de cada país con respecto a Moscú. Sánchez sigue haciendo equilibrios por no ser señalado como oveja negra de los Veintisiete, pero la prensa de derechas reclama que se sume a la retórica de la destrucción mutua asegurada. Dado que el periodismo es el arte de la reducción, las cifras a menudo ejercen un poder fascinante. Se reclama un 2%, un 3% o incluso un 5% del PIB en defensa. La última cifra la propone Trump, sabedor de que en buena parte la compra de armamento se haría a empresas americanas:jackpot!

En cualquier caso, la caverna reclama hacer sonar los tambores de guerra, pero todavía tengo que leer alguna explicación realmente detallada de qué hacer exactamente con ese dinero. La última moda es acusar a Sánchez de hacer trampas o gesticulaciones vanas: "Los trucos del gobierno por engañar Bruselas: medicinas críticas y mejoras en las vías" (titular de portada deAbc) o "Giro histórico en Defensa: Sumar desarma a Sánchez con su postureo militar" (primera página enLa Razón). Pero es que alguien debería explicar cuáles son las necesidades concretas, más allá del porcentaje. Porque doblar el gasto es tan fácil como subir el sueldo a los militares, por ejemplo. Ahora bien, esto no garantiza necesariamente estar mejor preparados para un eventual conflicto de forma proporcional al aumento de gasto. Y, además, es necesario explicar la cruz: todo lo que se invierta en defensa no se hará en educación o sanidad. En la balanza de riesgos y oportunidades es necesario ponerlo todo. Pero la caverna, por su deseo de erosionar a Sánchez, alimenta el belicismo sólo desde la rabia personal hacia el inquilino de la Moncloa. Postrados ante los porcentajes, corremos el peligro de perder el sentido y la medida de todo.