'Cardo': Madrid se droga en la serie revelación de la temporada

'Cardo'

Ana Rujas y Claudia Costafreda para Atresmedia. En emisión en AtresPlayer Premium

En el quinto episodio de Cardo, la serie española más potente de esta temporada, María (Ana Rujas) discute con la jefa de la floristería donde trabaja, Puri (Juani Ruiz), mientras las dos transportan en autobús unas coronas hacia un funeral. Puri perdió hace años a un hijo por culpa de la heroína y avisa a María, a la que considera casi una nieta, de los peligros de las drogas cuando oye los planes de fiesta que tiene para la noche. La chica se la quita de encima declarando que ahora no pasa nada, que todo el mundo se droga "con cocaína y con pastillas... y con speed, y con keta, y con tusi, y con LSD, yo qué sé", pero no con heroína. Creada por Rujas y Claudia Costafreda, Cardo retrata a una protagonista instalada en un punto muerto de su vida. A punto de cumplir treinta, María, como la propia Rujas, fue una actriz y modelo adolescente a la que prometían un gran futuro. Pero sus sueños de triunfo se estrellan contra una realidad, la de la industria audiovisual y el mundo de la moda, mucho más cruda. Desencantada, prefiere trabajar en la floristería de Puri y aprovechar la noche a fondo follando y drogándose. Hasta que un accidente inesperado precipita su bajada hacia el abismo.

Apadrinada por los Javis, Javier Ambrossi y Javier Calvo, la serie de Rujas y Costafreda entronca con toda una tradición de comedia dramática madrileña, del primer Almodóvar a los films de Fernando Colomo o Fernando Trueba, que ha plasmado sin tabúes una experiencia de la juventud de la época ligada, entre otros aspectos, al consumo de drogas en el ámbito del ocio. Ya desde el primer episodio, Cardo opta por una mirada realista, frontal y franca al vínculo que mantiene María con los estupefacientes, una perspectiva que difícilmente se encuentra en las series emitidas en la televisión tradicional. Cardo, además, se sitúa en un territorio, el del Madrid más popular y obrero del barrio de Carabanchel, cada vez más difícil de ver en la ficción y la realidad. La reivindicación de este Madrid se lleva a cabo sin caer en estigmas pero sin negar que la protagonista tiene un problema. Al contrario de otras películas o series, aquí no hay ninguna idealización de la escena que se retrata. De hecho, apenas hay escena: María vive una sensación perenne de desencaje. Y así Cardo liga con otros títulos recientes de creadoras como Phoebe Waller-Bridge. Como Fleabag, la protagonista también se atormenta en secreto por su responsabilidad en la desgracia de alguien más. Y a la vez mantiene una complicidad con la audiencia que no tiene con el resto de personajes. María dedica igualmente alguna mirada cómplice a cámara. Pero sobre todo conocemos sus pensamientos y anhelos porque se sobreimpresionan en pantalla, mientras en público ella dice o hace ver otra cosa.

El imaginario católico popular

CEl estado emocional de María también se transmite desde un uso expresivo del montaje. No es habitual encontrar series en las que la edición, impulsiva y entrecortada en algunos casos, contribuya a narrar tan bien los estados alterados que experimenta la protagonista. El estado emocional de María también se transmite desde un uso expresivo del montaje. No es habitual encontrar series en las que la edición, impulsiva y entrecortada en algunos casos, contribuya a narrar tan bien los estados alterados que experimenta la protagonista. Cardo entronca también con esta tendencia tan contemporánea en el audiovisual (y de raíz almodovariana) de apropiarse de la iconografía religiosa popular para hablar del sufrimiento y el calvario, del amor y la esperanza. El imaginario católico aparece en imágenes y a través de una banda sonora en la que también se pueden descubrir grandes temas como el que cierra la serie, Nuit folle de los leridanos La Élite, synthpunk brutal que resume muy bien las vibraciones de Cardo.