El lunes, Els matins de TV3 se sumergía en la vorágine informativa del arranque del Mobile World Congress poniendo el acento en la inteligencia artificial. A raíz del anuncio de Pedro Sánchez sobre el desarrollo de un gran modelo de lenguaje de IA en castellano y las lenguas cooficiales, Ariadna Oltra conectó con el ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, para que le aclarara y ampliara las implicaciones de este nuevo proyecto. Por suerte, un poco más tarde la periodista contaba en el programa con el experto en tecnología Albert Cuesta para hacerlo aún más comprensible. Oltra le preguntó a Cuesta: “Cómo podemos hacerlo para qué, digamos... va, pondré a mi madre de ejemplo, para que lo entienda. ¿Qué será esto?”. Cuesta rió: “Pobres madres...”. Un experto en tecnología debe de encontrarse demasiado a menudo con que sus interlocutores apelan a las progenitoras como ejemplo de público con el que hay que bajar el listón. Acabada la respuesta de Cuesta, Oltra, con una sonrisa y recuperando la bromita inicial, quizás como un pequeño guiño familiar, le agradecía las aclaraciones: “¡Fantástico! Yo creo que mi madre lo habrá entendido...”.
Pero el recurso de Ariadna Oltra de pedir que las explicaciones sean sencillas “para que lo entienda mi madre” es uno de los grandes tópicos del periodismo desde hace décadas. Es más, durante muchos años, en muchas redacciones, era una consigna que los veteranos daban a los aprendices a la hora de redactar un texto: “Tienes que explicarlo para que lo entienda mi madre”. Existía también la modalidad "como si se lo contaras a tu abuela". Las madres han sido el referente doméstico de la ignorancia, y más en un país de tradición machista y conservadora que a lo largo de su historia televisiva ha abusado de ese entrañable rol maternal pero poco ilustrado a la hora de construir personajes, monólogos y chistes. En esta columna se han comentado otros casos.
Dejando a un lado las particularidades familiares de cada uno y centrándonos en este tópico televisivo sobre las habilidades de comprensión, el término madre sirve para hacer referencia a la audiencia de las mujeres de mayor edad, ese perfil que tradicionalmente se ha asociado a un público menos instruido. En este contexto, en televisión se convierte en un genérico que resulta peyorativo.
Hay que abandonar este tópico machista y edadista porque perpetúa esta idea caducada sobre las madres en concreto y las mujeres en general. El mundo va cambiando, las generaciones son otras, el acceso de las mujeres a la educación y la información también, y, por suerte, las madres son un grupo muy diverso de mujeres. Ya no se puede singularizar a las mujeres como un público con menos conocimientos porque es sexista y pasado de moda. "Explícalo para que lo entienda alguien que no domina esta materia" o "alguien que no tiene ni idea de esta cuestión" pueden ser buenas alternativas sin perpetuar estigmas que ya han prescrito. Y si no, preguntad a las mujeres de más edad la gracia que les hace que las utilicen de barómetro de la ignorancia.