Esta semana les Telediario de TV3 han dado voz a unas personas que se han pasado años en silencio: los profesores del Institut El Palau acusados de delito de odio y atentar contra la integridad moral de sus alumnos al día siguiente del 1 de octubre . Después de que la justicia archivara la última causa que quedaba pendiente contra estos docentes, algunos de ellos consideraron que era el momento oportuno para contar su punto de vista y su historia ante las cámaras. De hecho, la noticia mostraba al inicio este proceso de forma literal: cómo se sentaban ante los objetivos y afrontaban un momento que, a juzgar por la emoción que intentaban contener, no les resultaba fácil. Exponían también las consecuencias y secuelas de todo ello a nivel personal, pero también pedagógico.
Los profesores del Institut El Palau sufrieron, más allá de acusaciones injustas, un acoso mediático y digital atroz, estimulado principalmente por las cadenas privadas de televisión. Antena3 y Telecinco organizaron horas y horas de espectáculo, durante varios días, sólo para hablar de este caso, como una historia más del Proceso donde había que escarbar con vehemencia. El Institut El Palau se convirtió en un espacio recurrente al que regresar cuando no tenían suficiente teca para cargar contra el independentismo. Era uno de esos casos que iban emergiendo de vez en cuando, para reactivar el drama. Resultaba muy goloso que hubiera niños implicados y las madres coraje reclamando justicia cada mañana a las puertas de la escuela. Un relato que contribuía a la crispación social. Subrayaban que eran familiares de guardias civiles para demostrar el ensañamiento del independentismo contra las instituciones.
Espejo público y El programa de Ana Rosa fueron de los programas más activos en ese sentido. Trazaron un puente directo con los padres y madres del instituto. Durante días enviaron reporteros a las puertas del instituto, prescindiendo de que los menores se convertían en testigos involuntarios de ese show que se celebraba a las puertas de su recinto escolar. Cada vez se congregaban más personas, animados por la presencia de cámaras. Era un espacio de esparcimiento donde acudían a desahogarse y ganar protagonismo. Entrevistaban a madres y padres diciendo que se obligaba a los estudiantes a llevar lazos amarillos y ropa amarilla, madres que lloraban porque a sus hijos se les había obligado a cantar "I-Inde-Independència!" y que sus hijos habían necesitado apoyo psicológico. Fue la construcción de un relato interesado, descontrolado y sin ningún rigor más allá de las denuncias arropadas ante los micrófonos.
Vale la pena recuperar la noticia de TV3 en la que dan la cara estos profesores, de los que tanto se habló y al que aún no conocíamos Susanna Griso y Ana Rosa también deberían verla. cómo son, su modo de hablar, su tono de voz. Y ponerlo en contraste con la agresividad con la que los medios de comunicación hablaron de ellos.