Qué cinismo, Sandra Barneda
Una nueva secuencia del reality más lamentable y tóxico de la televisión ha vuelto a hacerse extremadamente viral. La mayoría de titulares hablan de "impacto", "tensión" y "momentos duros". Pero la escena es mucho más que eso. En La isla de las tentaciones, donde las parejas participantes juegan a provocarse conflictos de cuernos y celos, promovieron el encuentro entre una tal Almudena y un tal Darío. Al descubrir las respectivas infidelidades, que forman parte de la dinámica del concurso, el programa los convocó a la prueba del espejo: un encuentro en la playa donde solo pueden expresarse a través de la gestualidad y con una enorme pantalla transparente de metacrilato en medio. No pueden ni tocarse ni hablar. El programa colocó al hombre frente a la pantalla, mientras que a ella la hicieron llegar corriendo por la playa con desesperación. La chica tenía un ataque de nervios inaudito, gritaba, insultaba y golpeaba la pantalla. Tiró un coco, que rebotó y salió disparado contra la presentadora. La chica se arrodilló para pedir perdón, gritando desencajada. Perdió el control, ya fuera por razones emocionales o por simple obediencia al show. La escena se vende como "realidad", sea inducida o falseada. Lo que se vio era una humillación y una escena llena de agresividad y odio. El hombre también levantaba el puño y golpeaba la pantalla. La mampara parecía contener una agresión física. La presentadora, Sandra Barneda, desde una terrible altivez y condescendencia, la regañaba a ella, advirtiéndola de que no utilizara palabras y solo utilizara la gestualidad. Cuando puso fin al espectáculo, la chica estaba devastada y en una situación de histeria escalofriante, arrastrándose por la arena. Barneda, más allá de pedirle que respirara, fingía calmarla con frases como "Tienes que confiar en que, pase lo que pase, es para bien" o "Esto, si ha pasado, es por algo". Y le daba órdenes: "¿Vas a ser fuerte?" Todo esto amenizado con música romántica y una puesta de sol.
Hay que ser cínico para normalizar y positivizar escenas que promueven la humillación emocional, la agresividad y la violencia simbólica. Mientras las instituciones y la sociedad trabajan por el feminismo, el empoderamiento y las relaciones sanas, hay que tener estómago para ser cómplice de estos espectáculos dramáticos que fomentan la toxicidad en las relaciones. Los miles de adolescentes y jóvenes que siguen esta basura, o que se la encuentran en las redes, contemplan la irracionalidad, los ataques verbales, la intimidación y el maltrato psicológico como algo normal y lógico. Y la indulgencia y la frivolidad de Barneda, como una legitimación de esta violencia. La escena viral es pura denigración de las personas, por más que se hayan presentado al concurso voluntariamente. Es una vejación fomentada por el programa bajo la supervisión de Sandra Barneda, que es cómplice e instigadora de esta instrumentalización y manipulación del dolor. También debe de pensar que “Pase lo que pase, es para bien”. Sobre todo para su bolsillo.