

El lunes, en el segundo capítulo de la nueva temporada de Crímenes nos presentaron un caso titulado Libélula, un nombre muy bonito para una muerte atroz. Carmen apareció brutalmente asesinada en la cama de su casa. Pese a la apariencia de un robo, los Mossos descubrieron que quien la mató fue su marido. Como es habitual, los Mossos d'Esquadra volvían a aportar los detalles técnicos del modus operandi y las peripecias del proceso de investigación. También proporcionaban imágenes y material documental. Sería interesante saber la cantidad de horas de la policía catalana invertidas en este programa de televisión y si existe una reflexión sobre el rol que quieren desempeñar comunicativamente en este espacio.
Del programa del lunes había un aspecto muy preocupante. Se dedicaron 45 minutos a relatar un claro caso de violencia machista. Y es escandaloso y alarmante que esto no se verbalice en ningún momento del programa. Ni por parte del narrador omnisciente, Carles Porta, ni por parte de los mossos d'esquadra que participaban en el episodio. La policía se limitó a los detalles más sórdidos del asesinato. Incomprensiblemente, no aportaron una reflexión sobre la naturaleza machista del crimen. Es desalentador e indignante. Es tan sencillo como decirlo y demostrar cierta sensibilidad con uno de los achaques del país que, a lo largo del año, suma muchas víctimas. En todo el capítulo, sólo hubo una imagen fugaz, de escaso medio segundo de duración, que a la hora de enseñar los detalles de un texto mostraba la cabecera de un documento oficial que ponía "Juzgado de violencia contra la mujer", casi imperceptible para el espectador. Era un detalle efímero, sin ningún énfasis narrativo. Se insinuaban "problemas" y una posible "crisis".
Si Crímenes aborda casos de violencia machista, debe decirlo con claridad. El relato amarillo de misterio no puede eludir el grave problema estructural, porque así delata que no hay ningún tipo de conciencia social en el producto, sólo morbo. Un crimen machista no puede quedar desdibujado e implícito bajo las trepidantes argucias secretas de un marido que parecía un santo varón. Así, delatan que se limitan al espectáculo. No puede descontextualizarse el caso de la realidad. Carmen no fue un caso aislado. Es una de muchas. Crímenes perdió una oportunidad de oro para demostrar sensibilidad, compromiso y una larga mirada, que conecta el caso concreto con las circunstancias sociales. Bastaba decirlo una vez: "violencia machista". Por más true-crime que sea, Crímenes debe recordar que se emite en la televisión pública. Faltó, para variar, perspectiva de género. Fallaron los responsables del programa y también los Mossos. Puesto que TV3 acepta su amarillismo, debe exigir que no se desatienda la responsabilidad y el compromiso social. Cada año existe un triste recuento de víctimas por violencia machista en las noticias. Carme fue una de estas víctimas en el 2010. Era el momento de exponer su historia. Pero la convirtieron en simple carnaza. Tanto que habla Carlos Porta del respeto a las víctimas y, una vez más, se olvidaron de la víctima y de sus circunstancias.