Danos, Señor, el deshielo nuestro de cada día

Desde hace años, cada vez que la extremidad superior derecha del rey y la extremidad superior derecha del presidente de la Generalitat se acercan a pocos metros de distancia, los medios ponen el dedo sobre la letra D del teclado, preparados para escribir la palabra deshielo. De hecho, si la mitad de las veces que los periodistas hemos escrito deshielo, este deshielo se hubiera producido, habríamos tenido que construir diques ante las ciudades costeras porque el mar habría subido fácilmente un par de metros. "Aragonès rompe el hielo al acompañar el rey en Barcelona", dice El País. Pero el Abc enseguida quiere que el vino sea agrio: "Los empresarios fuerzan a Aragonès a no plantar al rey". El Periódico dice el mismo, de hecho, pero sin entrar a matar: "El Cercle propicia la distensión". Lo que está claro es que la caverna no favorecerá la concordia –aunque sea en una escenificación como la del encuentro empresarial–, así que El Mundo dice "Plantada a medias de Aragonès al rey". O, como dice El Punt Avui, desde la trinchera contraria, "El Govern hace equilibrios con la visita real". Sea como fuere, el presidente catalán es el sujeto de la mayoría de titulares, a pesar de que en La Vanguardia buscan una fórmula impersonal que permite al monarca aparecer en primera posición: "Primer encuentro de Felipe VI y Aragonès". A mí me cuesta ver que esta coincidencia de los cuerpos en un mismo recinto suponga la renuncia del rey a seguir cerrando los puños como hizo el 3 de Octubre, o el abandono de la aspiración independentista por parte de los republicanos.

De hecho, el activista Marcel Vivet recibía, el mismo día del encuentro, la sentencia que lo condena a cinco años de prisión por unos desórdenes públicos que ninguna imagen acredita. Así que hoy leeremos deshielo unas cuantas veces, pero diría que el nivel del mar no ha subido ni un milímetro. Más allá de los que nos obsequia el deshielo del Antártida y la expansión térmica de los océanos, claro.