El último domingo de cada mes, La 1 emite RTVE Responde, el programa que dirige y presenta la defensora del espectador del ente público, Rosa Maria Molló. Es una de las periodistas históricas y más emblemáticas de la cadena, tanto por su etapa en la sede de Sant Cugat, con programas como Giravolt, como por una prestigiosa trayectoria en los servicios informativos, asumiendo corresponsalías como la de Nueva York, Pekín y Oriente Próximo.
RTVE Responde profundiza en los mecanismos de funcionamiento de la televisión pública, haciendo divulgación sobre distintos departamentos y programas o aclarando cómo se afrontan determinados retos mediáticos. El espacio también se hace eco de las quejas y sugerencias de los espectadores y de algunas circunstancias que han generado polémica para cumplir con su deber de transparencia. Teniendo en cuenta que La familia de la tele se estrenó el 28 de abril, esperábamos ver cómo la defensora del espectador se hacía eco del descalabro mediático un mes después. Sobre todo por el malestar que ha provocado la emisión, por las quejas internas, los contundentes comunicados de los trabajadores y las críticas pésimas del programa. Además, las bajas cifras de audiencia y los contenidos lamentables obligan a justificar el gasto de dinero público.
La sorpresa llegó cuando en la emisión del pasado domingo de RTVE Responde, la del mes de mayo, no se dijo ni mu sobre La familia de la tele y esta gentuza del Sálvame que agonizan en la sobremesa. Se puso el foco en la importancia de ofrecer una programación sensible con el planeta y las quejas de los espectadores también se seleccionaron ajustándose a esa línea argumental.
Fue muy decepcionante comprobar cómo uno de los últimos escándalos de la televisión pública, una de las decisiones más esperpénticas e incomprensibles de sus directivos, y uno de los contenidos más penosos desde la época de José Luis Moreno, no ha recibido la atención de la defensora del espectador ni de RTVE Responde. Cuesta creer que no hayan llegado reclamaciones en este sentido al buzón del programa. Habría sido muy interesante recoger la voz de los profesionales que se quejaron públicamente de esa triste deriva televisiva y las reacciones de la audiencia. Pero, sobre todo, ya va siendo hora de oír la versión oficial de la cadena legitimando ese despropósito tras un fracaso televisivo estrepitoso, en todos los sentidos. Hace falta, urgentemente, una entrevista de la defensora del espectador a los responsables del programa sobre esta cuestión. Tenemso que poder ver quién tiene las narices de defender la telebasura indigna que está ofreciendo la televisión pública, porque nadie está asumiendo la responsabilidad ante la audiencia. Se está normalizando un silencio sepulcral por parte de la dirección del ente. Será que nadie tiene el valor de dar la cara. Pero la defensora de la audiencia no puede hacer ver que no existe ese escándalo y, si nadie quiere justificarse públicamente, también lo tiene que denunciar.