Se cumplen diez años del atentado contra la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo, que se saldó con doce asesinatos. La publicación prepara un número especial en el que publicarán nuevas caricaturas religiosas: dibujar a Mahoma fue, precisamente, el que motivó el ataque. Recuerdo la ola de solidaridad durante los días posteriores a la masacre. Je suizo Charlie Hebdo era un lema que ibas leyendo aquí y allá, pero lo cierto es que la mayoría de humoristas evitan desafiar la iconoclastia islámica no incluyendo al profeta en sus viñetas. Y no les culpo: nadie debería jugarse la integridad por un chiste.
La década transcurrida invita a preguntarse dónde estamos hoy. El avance de la ultraderecha y sus derivados ha envenenado el ambiente. Hay muchos más troles desatados y violencia simbólica contra los más vulnerables: el lenguaje del odio camuflado de falso humor campa alegremente por las redes. Asimismo, el humor que dispara apuntando hacia arriba lo tiene más complicado y la guerra cultural favorece hoy en día, por ejemplo, pegar un cómic y que mucha gente lo justifique, como le ocurrió a Jaime Caravaca. Y qué decir de la ofensa a los sentimientos religiosos. Este jueves mismo se ha sabido que Lalachus será denunciada por mostrar una imagen que combinaba la estampa del Sagrado Corazón de Jesús con la vaquilla del programa Grand Prix. También la revista Mongolia o Judit Martín han sufrido querellas por este gaseoso concepto de la ofensa a los sentimientos religiosos. Charlie Hebdo a menudo ha hecho chistes de aquellos que pisan líneas rojas o apuntan con poco acierto. Y diría que, con el contexto actual, poca gente repetiría ese lema de hace diez años. bueno no tener que comprobar si tengo razón, ahora que vienen nuevas viñetas con Mahoma.