Dile discriminación, dile fin de privilegio

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Misión cumplida, supongo. La inmensa mayoría de medios se hacen eco de la encuesta del CIS según la cual el 44% de los españoles considera que el feminismo ha ido demasiado lejos y ahora son los varones los discriminados. La inclusión de la pregunta es una puñalada poco elegante en Irene Montero y lo que representa, en el marco del proceso de residualización de Podemos por parte del PSOE, mucho más cómodo con el pragmatismo de Sumar. El redactado de la cuestión es sesgado para favorecer la respuesta positiva. “Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”, preguntaba el CIS, y el sujeto debía responder si estaba muy de acuerdo, bastante, poco o nada de acuerdo. La opción intermedia no era leída por el entrevistador, para que el personal se moje. Y apela evidentemente a las masas conservadoras, que se encontrarán cómodas con una respuesta que no les trata automáticamente de machistas (porque la premisa es que se ha avanzado lo suficiente en la igualdad) y al mismo tiempo les permite decir que lo del feminismo quizás toca empezar a pararlo.

La pregunta, expresada tan al por mayor, sin especificar ámbitos, favorece la respuesta emocional. Es ir por la boquilla grande y no partir de la base de que el desequilibrio se basa en un privilegio inadmisible. El CIS podría haber preguntado: "¿Le parece que haber conseguido un 21% de directivas en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 es ir demasiado lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres?" Los resultados, claro, habrían sido muy distintos. La encuesta es tramposa porque evita enfrentarse al elefante de la sala: para que las mujeres ganen espacios, los hombres deben cederlos. Son compartimentos estancos. Puede venderse como perjuicio o como discriminación masculina, pero es simple justicia social básica.

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