El documental que nos recuerda el valor del periodismo

'Cover-up', de Netflix.
Periodista i crítica de televisió
2 min

En las grabaciones de las conversaciones telefónicas de Richard Nixon en la Casa Blanca, hay un documento en el que el presidente de Estados Unidos dice: "¡Será un hijo de puta y todo lo que tú quieras, pero nunca se equivoca!". Se refiere a Seymour Hersh, una de las figuras clave del periodismo de investigación estadounidense de la segunda mitad del siglo XX y con una proyección todavía notoria en la actualidad. Hersh ha destacado por la capacidad de fiscalizar el poder, denunciando crímenes de estado, mentiras institucionales y violencias sistemáticas. Destapó los ensayos con armas químicas del ejército estadounidense. Ganó el premio Pulitzer por demostrar la masacre de My Lai –que el ejército intentaba silenciar–, en la que soldados estadounidenses asesinaron a cientos de civiles vietnamitas. En los años setenta contribuyó de forma decisiva en los detalles del caso Watergate desde el New York Times y documentó el papel activo de Estados Unidos en el golpe de estado de Pinochet en Chile. Denunció la manipulación informativa sobre las armas de destrucción masiva en Irak y destapó las torturas de Abu Ghraib en el 2004, sobre las que demostró que eran prácticas autorizadas desde el gobierno.

Netflix acaba de estrenar Cover-up, un documental donde el propio Hersh repasa su trayectoria y explica las circunstancias que han rodeado sus reportajes más famosos. La codirectora, Laura Poitras, le propuso este proyecto en 2005, pero Hersh ha tardado veinte años en aceptarlo. No se trata de un relato cronológico del personaje ni cae en los tópicos de una hagiografía. Es una profundización en su labor periodística, incluso incluyendo los aspectos más conflictivos de su personalidad y la etapa profesional más reciente y controvertida sobre Siria. Hersh, que tiene ya ochenta y ocho años, se enoja durante la grabación porque los directores del documental han podido acceder a algunos nombres propios de sus anotaciones personales, aunque había sido él mismo quien les había autorizado a consultar su archivo. También lo vemos trabajar de forma más precaria y solitaria con informaciones sobre la guerra de Gaza. Es un Seymour Hersh más aislado, con menor apoyo de los grandes medios tradicionales, pero que no ha perdido ni la energía ni la inquietud por denunciar los crímenes de guerra.

Cover-up es un documental excelente para los espectadores interesados ​​en las dinámicas del periodismo y la mirada crítica. Sirve como radiografía del reporterismo de Hersh e, inevitablemente, invita a realizar una reflexión sobre el periodismo. Pone en contraste el oficio que pide tiempo, compromiso y peajes personales y laborales con las dinámicas políticas, sociales y económicas que atenazan a los medios actuales. El documental subraya la perspectiva moral que guía al protagonista. Cuando Hersh denuncia la cultura enormemente violenta que caracteriza a Estados Unidos, la directora del documental le pregunta: "¿Por qué sigues trabajando?". Y el periodista responde: "Porque no se puede tener un país que hace todo esto".

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