'Drag Race', de la marginalidad al éxito televisivo

La versión española del 'talent show' de transformismo es el último ejemplo del fenómeno global en el que se ha convertido el programa

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Las participantes de 'Drag Race España'

Trece temporadas y varios spin-off, entre los cuales seis ediciones de la versión All Stars. Cuando RuPaul's Drag Race se estrenó en los Estados Unidos hace más de una década parecía más destinado a ser un producto de nicho que a convertirse en un fenómeno internacional, como finalmente ha sido. Prueba de su popularidad es la recién estrenada versión española, que se puede ver a través de Atresplayer Premium y que este jueves emitirá su primer episodio en abierto en Antena 3 en horario de late night –una estrategia similar a la que siguió con la serie Veneno–. Como la versión norteamericana, que presenta el superpopular RuPaul, Drag Race España busca a la mejor superestrella drag, un título para el que se tienen que pasar todo tipo de pruebas artísticas.

RuPaul presenta la versión original norteamericana.

Como señala el periodista y activista LGTBIQ+ Rubén Serrano, la cultura drag hace décadas que existe, a pesar de que tradicionalmente había sido relegada a la escena más underground. “Dentro de esta escena hay un movimiento muy potente que ha creado una comunidad muy consolidada”, señala el autor del libro No estamos tan bien (Temas de Hoy) sobre una de las claves del éxito del formato. Para el periodista uno de los aspectos más positivos e interesantes del programa es su capacidad para compartir un tipo de vivencias que para una parte del público son desconocidas. “El programa tiene un discurso claro que explica cómo las drags se han tenido que formar y crear en un espacio escondido y marginal para que fuera seguro”, remarca. Con un envoltorio de entretenimiento puro y dosis de humor, el formato lo aprovecha para acercar historias personales que hablan en muchos casos de discriminación e incomprensión.

Més allá del colectivo

Para la drag Licorka Fey, el programa es, básicamente, un talent show total. “El arte del transformismo es un arte multidisciplinario y, por lo tanto, hay pruebas de canto, de actuación, de comedia, de costura, looks y maquillaje”, explica, que remarca que si el programa ha llegado ahora aquí es porque el formato “ya funciona solo y se pueden arriesgar a abrir fronteras”. Uno de los triunfos de Drag Race ha sido conseguir traspasar las barreras de su público objetivo. Licorka Fey señala que, aparte de ser un espacio plural para todo el colectivo LGTBIQ+, ha expandido el arte del drag y ha creado fans incondicionales fuera de la comunidad, especialmente entre las mujeres cisgénero y heterosexuales. “Ha dado una nueva pátina a lo que se entiende por drag y ha hecho que coja una nueva dimensión”, explica, y asegura que el programa ha revalorizado el transformismo y ha hecho que el público lo entienda como un arte. 

El interés por el formato se vio con el lanzamiento de Drag Race España, que se ha convertido en el mejor estreno de la plataforma de pago de Atresmedia. Según el grupo de comunicación, en su primer día en la plataforma consiguió 5,7 millones de impresiones, mientras que el total de la semana ha sido de 10 millones. La versión española cuenta con el apoyo de la productora original World of Wonder, que ha firmado un acuerdo con Atresmedia y Buendia Studios, y está presentada por Supremme de Lujo. Drags como Arantxa Castilla-la Mancha, Pupi Poisson, Sagittaria, Killer Queen o Hugáceo Crujiente compiten entre ellas para ser coronadas como la reina de la edición. 

Rubén Serrano señala que sin la irrupción de internet y las plataformas de streaming no se podría entender el éxito de Drag Race más allá de las fronteras de la comunidad. “Sin la democratización de la cultura a través de las redes quizás no habría una versión española”, explica el periodista. De hecho, el día de su estreno, la versión española se colocó en primera posición de las tendencias de Twitter y consiguió colarse en el ranking mundial.

El éxito también tiene una cara menos amable: la de las críticas por parte de un sector del feminismo (el llamado transexcluyente) que acusan a la cultura drag de ser misògina. “Desde mi punto de vista, el drag va más allá de encarnar un personaje femenino y esto es lo que ha mostrado RuPaul. No todo pasa por el personaje típico y tópico femenino, y esto es muy interesante”, reflexiona Licorka Fey. Serrano considera que la lectura de que la cultura drag se apropia de un estereotipo de mujer para parodiarlo y ridiculizarlo es “reduccionista y un poco ignorante”. “El drag nace en la comunidad LGTBI+ para que las personas que forman parte de ella pudieran mostrar su feminidad en un entorno seguro y apartado en el que no sufrieran violencia y agresiones”, explica Serrano, que remarca que el colectivo drag es muy diverso. El periodista asegura que lejos de ridiculizar, lo que hace el movimiento es "cuestionar los papeles y las diferentes imágenes y opresiones que recaen sobre la imagen cultural y social de la mujer".

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