Dígitos y trastos

Si encuentras Twitter hostil es porque quieres

Manual de autodefensa contra los excesos de la red social de Elon Musk

Optar por la pestaña 'Para ti' o 'Siguiendo' cambia profundamente lo que vemos en X
28/10/2024
5 min

BarcelonaCuando X aún se llamaba Twitter y los tuits no podían tener más de 140 caracteres, de vez en cuando algún personaje popular anunciaba con grandes aspavientos que se marchaba de la plataforma y explicaba que ya tenía suficiente del supuesto acoso que sufría por parte de otros usuarios, en forma de insultos o comentarios que no quería leer. A menudo acababa volviendo de forma discreta, porque echaba de menos el resto de cosas, pero el posicionamiento público ya estaba hecho.

Desde que el multimillonario Elon Musk compró Twitter –hoy hace exactamente dos años– y le cambió el nombre, esa tendencia de huir y explicarlo se ha acentuado. Cada vez es más habitual que políticos o artistas anuncien que abandonan X porque ya no se encuentra cómodo. Un ejemplo reciente: Jaume Collboni, el alcalde de Barcelona, ​​siguiendo el ejemplo de su predecesora en el cargo, Ada Colau.

En realidad, aunque comprensible, este tipo de reacción es exagerada y del todo innecesaria. En la era de Musk, el contenido que vemos en X puede parecer más agresivo y radicalizado que antes. Pero la red también dispone de muchas opciones de configuración que permiten hacer bastante plácida la experiencia de uso. A continuación repasamos las principales.

Qué es X (y qué no es)

El error principal de muchos tránsfugas de X es el exceso de expectativas. La plataforma era y sigue siendo una especie de plaza pública digital en la que tiene lugar buena parte de la actividad política, social, económica e informativa del mundo occidental. Pero no es –ni nunca ha sido– un buen sitio para dialogar: todos los que publicamos nos hemos desesperado alguna vez cuando en la respuesta número 27 a un tuit nuestro, alguien demasiado perezoso para leer los mensajes anteriores de la cronología nos vuelve a interpelar sobre algún aspecto que ya habíamos aclarado en la respuesta número dos. Esta fragmentación anula cualquier voluntad de mantener conversaciones coherentes.

X, como antes Twitter, sirve básicamente para hacer llegar tu contenido –información, opinión, intoxicación– a la audiencia que pueda tener interés. Esto determina dos perfiles de usuario muy claros: los poquísimos que publican y la inmensa mayoría que entran para leer y, en el mejor de los casos, interactúan de alguna manera. Para el primer grupo, el actual X es menos cómodo que el Twitter de antes, porque si quieres conseguir difusión entre los usuarios que todavía no te conocen, no tienes más remedio que transformar tu tuit en un anuncio –pagando la tarifa publicitaria vigente– o bien abonarte a alguna de las modalidades de pago que dicen incrementar la visibilidad de tu contenido: es el negocio, amigos.

Las tres claves de un X menos crispado

En cambio, el segundo grupo dispone de tres herramientas para tener un X con menos odio, intolerancia y mentiras, y lo mejor es que las tres son gratuitas: elegir bien a quien sigues, evitar el algoritmo y configurar tu perfil de forma muy restrictiva.

La primera clave consiste en el uso racional de la función más básica de X: la decisión sobre qué usuarios seguimos. Al principio es fácil dejarse llevar por el entusiasmo y seguir a gente de manera indiscriminada, pero conviene ir esporgando nuestra lista de usuarios seguidos, borrar los que no son activos, los que se han radicalizado o los que ya no publican cosas interesantes. No sólo tendremos una cronología más limpia, sino que también evitaremos indicarle a X unos intereses que ya no tenemos. Naturalmente, no es necesario seguir sólo usuarios con los que seas afín: es saludable conocer otras opiniones.

La segunda clave es una derivada de la primera, pero a diferencia de ésta, quizá no sea tan evidente, tal y como demuestra que menos de un 5% de los usuarios de X la utilizamos. Se trata de evitar el algoritmo que determina qué tuits vemos en nuestra cronología. Por intereses comerciales, este algoritmo da más peso al contenido más polémico para favorecer el tiempo de permanencia del usuario en la plataforma y exponerlo, así, a más anuncios. Si acepta esta cronología algorítmica, que es la que X activa por omisión, entre los tuits de sus seguidos verá también de usuarios que no siga, y que X le muestra para provocarse alguna reacción, lo más airada posible.

Afortunadamente, tiene el antídoto al alcance del dedo: en lo alto de su cronología hay dos pestañas: Para ti, que es la opción algorítmica que prefiere X, y Seguidos, que sólo le muestra los tuits que han publicado los usuarios que ha decidido seguir. Elegir esta segunda pestaña es la manera más sencilla de pacificar su experiencia en X. En general, la plataforma recuerda cuál de las dos pestañas ha elegido, pero en algunos casos insiste en volverse a la cronología algorítmica; recomiendo experimentar alternando las aplicaciones nativas y la aplicación web, e incluso borrar las cookies del navegador. Tenga presente que evitar la cronología algorítmica no le ahorrará los anuncios: para no verlos tendrá que abonarse al más caro de los tres modos premium.

Por cierto, la misma opción de evitar el algoritmo también existe –convenientemente escondida para que cueste encontrarla– en otras redes sociales manipuladoras, como Instagram.

Finalmente, la tercera de las claves para disfrutar de un X más saludable es asumir que otra gente nos puede decir lo que quiera –encuentro muy peligroso dejar la censura de contenido en manos de las plataformas–, pero, como en la vida, nosotros no tenemos ninguna obligación de escucharlo, y mucho menos de responder a ellos. En la práctica, esto se traduce en bloquear sin reparos a los usuarios que nos resulten molestos, o mejor aún, silenciarlos, lo que aún les da más rabia porque no son conscientes de que ya no los leemos. Cabe decir que X acaba de modificar el funcionamiento del bloqueo de usuarios, que ahora pueden seguir leyéndonos pero no interactuar. En la práctica, el efecto no ha cambiado: menos ruido en nuestra cronología.

Aún más útil es silenciar la mayoría de los avisos que alguien nos ha interpelado. En Configuración > Notificaciones > Filtros > Notificaciones silenciadas yo las tengo desactivadas todas menos las de los usuarios que sigo. Sin embargo, no quiero que X me avise sobre nada que me diga alguien que ni siquiera ha tenido el detalle de seguirme. Aquí también se pueden silenciar los perfiles dudosos, como los que suelen utilizar las campañas de acoso.

Las deserciones empobrecen la plataforma

Con estas acciones tan sencillas para ordenar nuestra cronología, X vuelve a ser una red social perfectamente funcional. Naturalmente, siempre habrá quien justifique marcharse por la propiedad de Elon Musk, un individuo tan genial técnicamente –ha revolucionado las industrias de la automoción, la astronáutica y las telecomunicaciones– como sospechoso socialmente. Es verdad que controlando el algoritmo puede manipular a la opinión pública, o más exactamente a la del público que se deja manipular. Pero tampoco es que todos los propietarios de otras redes sociales o de los medios de comunicación convencionales sean hermanitas de la caridad interesadas en el bienestar de la sociedad.

El auténtico problema de X es que las deserciones –por motivos equivocados, insisto– lo están empobreciendo. Cuando un personaje público, un medio de comunicación o una institución dejan de publicar en X, éste me resulta menos útil y se me ha complicado el trabajo informativo, porque hay fuentes que ahora tengo que ir a buscar en otros lugares, como Mastodon, boletines por correo electrónico o las fuentes RSS de sus medios o blogs.

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