Primero va el fiscal general, pero después vas tú

12/03/2025
Jefe de Media
2 min

Hay gran alborotamiento mediático porque Google y WhatsApp dicen que conservan los mensajes del fiscal general, Álvaro García Ortiz. Manos son frotadas con anticipación. Saliva es segregada. Hay quien acaricia la idea de derribar al gobierno si estas comunicaciones se hacen públicas. Es curiosa tanta euforia, porque si se confirma que estas comunicaciones pueden recuperarse y leerse, entonces el problema democrático que nos cae encima es importante. Porque, en la página de WhatsApp, cuando explica las políticas de privacidad del servicio, se puede leer: "Nadie fuera del chat, ni siquiera WhatsApp, puede leerlos, escucharlos o compartirlos. Esto ocurre porque, gracias al cifrado de extremo a extremo, los mensajes se aseguran con un candado y sólo tú y el destinatario". Vamos, deberían haber dicho "sólo tú, el destinatario y los cuerpos policiales que nos lo pidan, como la UCO".

Álvaro García Ortiz

Cuando saltó el escándalo destapado por Snowden que evidenciaba el espionaje masivo de la NSA quedó patente que las grandes tecnológicas, pese a su discurso de protección de la privacidad, accedían a abrir puertas traseras para que las autoridades pudieran chapotear a conveniencia. Ahora tenemos además un Mark Zuckerberg que ha iniciado una maniobra desacomplejada de acercamiento a Trump y todo lo que representa. Si ahora WhatsApp evidencia que los mensajes se guardan y, además, son desencriptables, se hará patente que las redes sociales, lejos de convertirse en la herramienta empoderadora y democratizante que prometían ser, cada vez serán más brazos de control del poder, con una capacidad inusitada para poder espiar a los ciudadanos. Abrir esta puerta para el caso del fiscal general –que, efectivamente, huele mal– es un precedente peligroso que debe alertar a cualquier usuario anónimo.

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