Una foto demasiado bonita del conflicto entre Israel y Palestina
Nos pierde la estética, también en la guerra. Sobre todo en la guerra, de hecho. Y convertimos en símbolo el cormorán embadurnado de petróleo, aunque después nos digan que el ocelote no podía ser del Golfo porque en aquella época sobrevuela a latitudes diferentes. Ha circulado estos días una imagen fascinante. A la derecha, la estrella luminosa y ligeramente parabólica de los misiles disparados por los palestinos desde Gaza. A la izquierda, las otras estrellas: las de los antimisiles israelíes, con caprichosas trayectorias para interceptar el ataque. Es una foto de AFP impecable, casi de póster. Normal que haya salido en todas partes. Pero no deja de ser una visión de lejos estando detrás de la barrera. En cambio, las fotografías de la misma agencia mostrando a un niño con la cara destrozada en el Hospital Al-Shifa difícilmente llegarán a las portadas. Son demasiado intolerables.
Pocos conflictos tan polarizantes cómo este. Denunciar los abusos –inequívocos– de Israel equivale a arriesgarse a ser calificado de antisemita. Y, simétricamente, desde cierta izquierda se boicotea –o se cancela, que diríamos en neocensura– a quien se solidariza con los judíos. Es decir, chocan el derecho de los unos a responder a una agresión con el de los otros de vivir dignamente y no en una inmensa prisión al aire libre y colonizada.
Ante esto, el periodismo tiene que asumir el reto de explicar la escalera de grises y las razones (y las falacias) de cada posición. A la hora de mostrar fotografías, vale la pena que el lector sea consciente que las elecciones pocas veces son inocentes. ¿Publicar el niño herido comporta apelar a los sentimientos para generar simpatía por un lado concreto? Quizás sí. Pero el error sería creer que solo esta imagen tiene un valor editorializante. La abstracta composición de estrellas en el cielo contiene una carga equivalente de intención. Porque la simetría aséptica que sugiere es, francamente, muy discutible.