Varias preguntas, a cuenta de este titular publicado en El Español: "La Fiscalía polaca ofreció a Pablo González quedar libre si acreditaba la trama rusa del Proceso". ¿Cuál era el beneficio para Polonia de constatar que había existido apoyo del Kremlin en el proceso de independencia catalán? ¿Algún estamento español sugirió ese intercambio? ¿Qué credibilidad habría tenido un eventual testigo de González, dado que se había ofrecido con la libertad como señuelo para una persona que pasaba veintitrés horas al día recluida? ¿Que Polonia estuviera dispuesta a dejarle libre a cambio de un relato que solo beneficiaba al españolismo no evidencia –al margen de los vínculos que pueda tener el periodista con Putin– la arbitrariedad de su arresto? ¿Hay todavía corteza de policía patriótica española ofreciendo tratos y planteando intercambios de favores a cambio de desprestigiar al independentismo? ¿Opinará Pedro Sánchez sobre si asume las implicaciones de ese titular o bien si investigará qué estamento negociaba con Polonia en estos términos, que tienen trascendencia exclusivamente política?
El periodista acusado de ser espía comparte abogado con Puigdemont. A partir de ahí, el CNI ha intentado demostrar que la famosa trama rusa se articula a través de esa relación. Pero no ha salido adelante, al menos de momento. No es inverosímil pensar que los movimientos secesionistas dentro de la UE eran bien vistos por el Kremlin por la inestabilidad que conllevan. Pero llevamos años con la leyenda de los 10.000 soldados y otras fabulosas historias sin que judicialmente se haya concretado nada: sólo algún escaso contacto –con nulo resultado operativo– entre personajes de relevancia discutible. ¿Se ha mercadeado con la libertad de un hombre a cambio de clavar un relato políticamente conveniente? ¿Y conveniente para quién?