'El Mundo' y García-Castellón, en busca de su fallecido
Redada de caza en el deep state español. El juez García-Castellón lleva el salacot apretado y no volverá a casa hasta que no tenga un muerto. No para exponerlo como trofeo en la pared del salón, sino para colgarlo en los encausados de Tsunami Democrático. Es otra de las gestualidades exageradas de la carcundia para hacer pasar por terrorismo a este temible ejército de Fairy, fuegos artificiales y soldados rusos imaginarios. El Mundo se presta a hacerle el juego y se va a buscar a la hija del ciudadano francés fallecido de un infarto durante las protestas en el aeropuerto de El Prat. “Claro que influyeron. Mi padre murió a causa de esas circunstancias”, titulan en portada. Pero resulta que una juez de L'Hospitalet ya investigó el asunto y determinó que el desdichado deceso había sido una “muerte natural” provocada por la enfermedad coronaria crónica que sufría el hombre. El dolor de la hija por su pérdida es comprensible y merece toda la empatía, pero esto no la convierte en una fuente forense autorizada. Cabe recordar, además, que el hombre estaba en el interior de la Terminal 2, cuyos accesos no estaban bloqueados por los manifestantes, por lo que los sanitarios pudieron atenderlo con normalidad, por lo que la magistrada archivó la causa al considerar que la muerte "no revistió características de infracción penal".
Todo ello hace que me pregunte si no deberíamos empezar a hablar de conceptos como terrorismo mediático y terrorismo judicial. Teniendo en cuenta que algunas de estas instancias tienen tanto en la punta de la lengua la sonora palabra, quizá deberíamos debatir si su tarea tenaz y constante de hostigar, angustiar, intimidar y destruir el ánimo de quienes consideran enemigos —y de los que después se evidencia la falta de culpa— no debería recibir una calificación más contundente.