Nadie mira la Copa América

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Area de espectadores de la Copa America

Cuando empezó la Copa América de vela, ya comentamos la inercia de los Telenoticias y el departamento de deportes de TV3 para repetir acríticamente los trucos de numerología que venía la organización del evento, anunciándolo como un espectáculo de enorme repercusión. Los presentadores aseguraban que se trataba de "el tercer evento deportivo más importante del mundo después de los Juegos Olímpicos y del Mundial de fútbol". Los periodistas, más que en relatores, se convirtieron en vendedores, exponiendo las grandezas de la Copa América con titulares como “espectáculo asegurado”, montajes audiovisuales épicos, estudios económicos ventajosos, propaganda de las actividades vinculadas al espectáculo y exhibición entusiasta de los espacios oficiales de la regata.

Casi un mes después, cuando se supone que la competición ya ha cogido impulso, vale la pena ver los resultados de este supuesto “tercer evento más importante del mundo”. En la última semana, la Copa América de vela no ha logrado alcanzar ni el 0'5% de cuota de pantalla en el Esport3. El sábado 14 de septiembre atrajo a cuatro mil espectadores, el domingo 15 fueron cinco mil. El lunes y el martes los datos indican que la cifra era de tres mil espectadores y el miércoles 18 de septiembre de cinco mil otra vez. No sólo han sido poco frecuentadas las instalaciones urbanas, sino que la capacidad de convocatoria también ha sido irrisoria frente a la pantalla. La organización asegura que a nivel mundial tienen mil millones de espectadores. Más allá de las dudas sobre el rigor de la cifra, es obvio que este año Catalunya aportará parte simbólica.

Otra prueba de la escasa curiosidad que suscita la competición han sido las constantes conexiones que Betevé lleva a cabo a lo largo de su nueva programación. Todos los trabajadores de la cadena se han uniformado para el evento y todos los días hacen conexiones para demostrar el hipotético vínculo de la Copa América con la gente de la ciudad. Este viernes estaban en el espacio de ocio que se montó en el barrio de Sant Antoni para acercar la competición a los barceloneses. Lo calificaban de “fiesta” y cuando mostraban la gran pantalla instalada en un cruce del Eixample, allí no se veía público interesado por la emisión. La asistencia no era superior a la que puede haber un día cualquiera en esa confluencia de calles. En la Race Village, las mesas y sillas del fondo se veían vacías, lo que evidenciaba el escaso interés. Pese a la indudable diligencia de los redactores por transmitir entusiasmo, el contenido de las crónicas provoca la más absoluta indiferencia.

La Copa América se ha convertido en un evento que las televisiones nos están haciendo tragar con un embudo. El negocio y el poder económico han impuesto una cobertura que no responde al interés general. La regata no sólo se ha servido del espacio público de la ciudad, sino también de los medios públicos, a los que han convertido en propagandistas porque las televisiones privadas no tienen ningún interés en adquirir los derechos de una competición que es evidente que no se la mira nadie.

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