Entrevista

Jesús Cintora: “Yo no tengo al gran constructor Florentino Pérez detrás. Y así me ha ido, claro”

Periodista

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Jesús Cintora, en Barcelona

BarcelonaJesús Cintora desapareció de las pantallas de TVE hace cerca de tres años y no ha podido volver a trabajar en ningún gran medio. En esta entrevista, con motivo de su nuevo libro El precio de la verdad, traza una reflexión sobre el estado de la comunicación en España y las interrelaciones bastardas entre política y medios.

El libro se titula El precio de la verdad y, en tu caso, sugieres que el precio son dos años y medio en el paro, alejado de los grandes medios en los que habías hecho carrera.

— Sí, pero me gustaría aclarar que aunque el libro lleve experiencias propias, vividas en medios como la Cadena SER, La Sexta, Cuatro o Televisión Española, lo que me interesa que quede es la foto general sobre cómo está un oficio importantísimo , el periodismo. Se está devaluando por gente que son caciques de otros tiempos o por los tratos vergonzosos entre el poder político y mediático que adulteran el derecho de la ciudadanía a una información veraz y de calidad.

Te han echado gobiernos de distinto signo, dices.

— Lo que digo es que me han echado durante etapas de gobierno diferentes. Cuando me toman Las mañanas de Cuatro, pese a ir espectacularmente bien de audiencias, me consta que había presiones del gobierno del PP, pero no puedo demostrar que dieran la orden.

En el caso de TVE, sí señalas a una persona en concreto.

— Es evidente que existe una línea entre el gobierno y el consejo de administración del medio público. Lo cuento en el libro: mi cabeza se sirve en bandeja por componendas y enjuagues con los poderes mediáticos. En la competencia no querían que yo estuviera allí. Y quien me echa de RTVE evidentemente lo hace con el visto bueno del poder político.

Es decir, Pedro Sánchez.

— Tampoco quiero destripar el libro, pero a mí me llamaron para proponerme un programa, me dijeron la productora con la que tenía que trabajar y no dejaban de ofrecerme lo que he hecho en toda mi carrera profesional. Pero ya antes de empezar, me avisaron de que la competencia se estaba moviendo porque no querían que yo estuviera delante del programa. Ahora bien, insisto en que yo lo que quiero es ofrecer la fotografía general.

Bueno, cuando escribes que José Manuel Pérez Tornero, el presidente de RTVE que te despide, es “un mandado” estás contando muchas cosas del sistema.

— Es que son cosas que en el gremio se saben pero no nos atrevemos a explicar, por miedo a perder el puesto de trabajo, por miedo a no prosperar...

¿Te consideras un periodista progresista?

— Yo he conocido a auténticos cretinos de izquierdas, de derechas y de centro. Esto, para empezar. Si me preguntas por lo que pienso, por mi apoyo al colectivo LGTBI, mi comprensión y apoyo al movimiento feminista, mi forma de ver a los migrantes como una persona más –¡lógicamente!–, por mi forma de defender las políticas solidarias... éste es mi punto de vista. Pero no acepto etiquetas. Una de las conclusiones a las que he llegado a mis 47 años es que a menudo te etiquetan para estigmatizarte, para justificar que te aplasten.

Hablaremos del sanbenito de las etiquetas. Pero antes quería preguntarte por qué un periodista con estas sensibilidades acaba resultando incómodo para una Moncloa en la que vive un presidente presuntamente progresista.

— Por las componendas y el intercambio de favores entre el poder político y mediático. Como te he dicho, fui considerado inconveniente. Desde el minuto cero se pidió mi cabeza y yo no quiero un país en el que haya príncipes de las tinieblas, quiero un país en el que haya más transparencia, más regeneración.

Pongamos nombres. Príncipe de las tinieblas es el apodo con el que se conoce, en el sector, a Mauricio Casals, uno de los hombres fuertes de Planeta en tanto que presidente de La Razón y vicepresidente de Atresmedia.

— El problema no es un personaje concreto, sino el modelo que existe, que pervierte el derecho a la información. Aunque, por supuesto, estos personajes son los que al final componen el sistema. Ha habido demasiada gente que ha puesto las manazas en el periodismo y que no entiende la importancia de la libertad de prensa y de la pluralidad.

¿Estos personajes con grandes zarpas cuentan también con protección judicial?

— Se ha demostrado que en España tenemos un sistema judicial muy mejorable. Pero no es que lo diga yo: hay informes internacionales que lo señalan de forma reiterada. La politización de la justicia es una lacra.

Jesús Cintora

Deja que te lea una frase: “Mediaset tiene el claro objetivo de informar, que no formar, a los espectadores a través de un pluralismo con el que dar voz a absolutamente todas las opiniones políticas y con unos presentadores que traten la información de manera objetiva”. Supongo que la reconoces.

— Sí, es el comunicado que sacó Mediaset cuando me sacan de pantalla.

¿Y qué te parece?

— Deberían contarlo ellos, ¿no?

Yo lo que quiero saber es cómo lo recibiste tu.

— ¿Me lo puedes repetir, para desgranarlo? [Lo releemos.] Mmm... Pues, mira, yo hacía un programa en Mediaset, al igual que había un programa de Ana Rosa Quintana, uno de Iker Jiménez o uno de Risto Mejide. Había programas muy diversos. Esto de formar e informar... Cuando uno recibe información siempre se está formando. Siempre. Y, mira, ni Vasile ni la directora de comunicación que sacaron ese comunicado están ya en la empresa.

Pero Ana Rosa Quintana sí, curiosamente.

— Sí, bueno, y otros. Hacían programas en los que se opinaba y se opina. Se saca un comunicado para justificar que me hayan quitado un programa que iba estupendamente y que superaba en audiencia durante su última etapa a la competencia.

Te debía recuperar el asunto de las etiquetas. ¿Cuánto dinero tendrías en el banco si cobraras un euro cada vez que alguien dice “Cintora es de Podemos”?

— ¡Uf! Yo no soy de Podemos, ni de ningún partido político. Se me marca como objetivo a abatir por el tipo de temas que pongo sobre la mesa, porque trato los desahucios o los recortes en sanidad. También me han llamado comunista, por ejemplo. Y, cuando me echan de la SER, por ejemplo, hubo quien publicó que yo formaba parte del clan de los gallegos. Y soy de Ágreda, Soria, ¿sabes? Yo ya hacía este tipo de periodismo social mucho antes de que existiera Podemos.

Pero eres consciente de la etiqueta, supongo.

— Sí. En este país hay pseudomedios y libelos que son contenedores de intoxicaciones lanzadas desde gabinetes de prensa para desprestigiar a personas, como una gota malaya. Y esto ha llegado a amargar la vida de gente como mi madre. Hubo un momento en que ella estaba obsesionada porque veía en el móvil cómo a su hijo cada día le sacaban noticias negativas; la mayoría de ellas, mentiras. Hay medios que son contenedores de esa basura. A mí me han sacado en portadas de periódicos, mintiendo, para hacer daño y para destrozar a la persona. Me han hecho daño y han hecho daño a mi familia, sí.

¿Puedes citar alguno de estos medios?

— Si están allí, sólo tienes que buscarlo en Google.

Ya, pero tiene más valor si lo dices tú.

— Mira, mintieron con mi adscripción política, han mentido con el sueldo, mentido sobre cómo me echaron, con las audiencias, con quién mandaba sobre mí... han mentido absolutamente con todo. No los digo porque me dejaría unos cuantos y no les voy a hacer ni propaganda, sinceramente.

El tema es que el lector lo sepa sin tener que buscarlo.

— Lo saben estos medios y la gente también sabe quiénes son. Pero también te diré que hubo medios cercanos a la Moncloa que, cuando me echaron, alguno sacó noticias que decían que el programa iba mal de audiencia para justificar ese atropello, lo cual es mentira.

Me sabe mal engancharme con esto, pero ¿cómo lo cambiamos si los periodistas que nos consideramos no adscritos no señalamos estas prácticas con nombres y apellidos?

— Me dejaría alguno, seguro. En serio, no lo veo necesario. Todo el mundo sabe quiénes son.

En TVE sufriste también cierta dificultad, digamos, de encaje interno. Algunos trabajadores, y algún sindicato, te fueron claramente a contrapelo, en parte por realizar el programa con una productora. ¿Admites que había algo un poco raro, en la fórmula?

— A mí me dijeron que esa era la productora con la que debía trabajar y que debía ser al mismo tiempo con personal de TVE. Con esa fórmula me encargaron el programa, con esa fórmula trabajé.

¿Pero estabas cómodo con la fórmula?

— A ver, había programas con esta producción mixta, y siguen existiendo.

Sí, yo te pregunto si estabas cómodo.

— El problema no era la fórmula; el problema era Cintora. Se quitaron a Cintora de encima y la fórmula ha continuado en otros programas. Pero también te digo que si a mí me hubiesen llamado para decirme “Escucha, cien por cien con personal de la casa”, pues yo encantado de la vida. A partir de ahí, algún sindicato llevó el tema a Competencia, pero el organismo determinó que se podía seguir haciendo. Y, por cierto, me echaron a mí y la productora también siguió. Pero la relación fue buena con la productora.

Es que quería llegar a esto. La productora estaba dirigida por José Miguel Contreras, destacado asesor de Pedro Sánchez en materia de comunicación. Sorprende, pues, que trabajaras para la productora del asesor del presidente y saltaran esas chispas.

— Insisto en que esto me lo dieron hecho. Debía estar con esta productora, que siguió trabajando después. Esto permite comparar el poder de unos y otros.

Contreras está de actualidad estos días porque algunas fuentes le otorgan un papel relevante a la hora de llevar a David Broncano a la pública por 28 millones de euros para dos temporadas. ¿Te parece verosímil esta teoría?

— La influencia que tiene la Moncloa en la televisión pública, con este gobierno y con el anterior, existe: no estoy descubriendo la fórmula de la Coca-Cola. De Broncano en concreto no hablaré por respeto a este profesional. Yo lo que quiero, eso sí, es una televisión pública que no censure. Lo dejo aquí.

Jesús Cintora

Nos falta hablar de La Sexta, de donde también tuviste una salida un tanto extraña. Quitaron tu programa Carretera y manta, por ejemplo. ¿Por qué crees que saltó?

— En la Sexta conocí a gente maravillosa, una redacción joven de currantes. Y jefes de los que aprendí un montón, de verdad. Un especial medioambiental que teníamos grabado no se emitió y una última columna de opinión que envié tampoco llegó a publicarse.

¿Cómo fue su relación con el director del canal, Antonio García Ferreras?

— Absolutamente correcta. Lo feo es que, cuando yo estaba sin programa, hacía tiempo que pedía para verlo para poder hablar de mi futuro de cara a la temporada siguiente y no hubo forma de que me recibiera. Es en ese contexto que me llega la oferta de Televisión Española. Yo entonces tenía ya contrato únicamente de colaboraciones y él intentó que mi salto a TVE fuera visto como una suerte de deslealtad. Es significativo que se filtrara a la prensa mi fichaje antes de que tuviera nada firmado. Pero yo cumplí los plazos de la forma más exquisita posible. Y nunca hubo una contraoferta. No sé lo que pretendía, la verdad. No sé si le parecía que yo podía ser una sombra preocupante, cuando la verdad es que fui allá con toda la humildad del mundo.

Antes hablábamos de los difamadores reconocidos. ¿Hay tertulianos que no deberían salir en televisión?

— Hay gente en los programas que ha mentido de forma grave y siguen mintiendo y esparciendo infamias. Algunos incluso han sido condenados.

¿Y salen a pesar de lo que hacen, o precisamente como recompensa por lo que hacen?

— Hay una manera de adulterar la información que es cuando la gente no va a los programas por su valía sino por cuotas, porque hay partidos que exigen que estén ahí para soltar su argumentario. Y hay otros maravillosos, claro. Yo he intentado hacer unas mesas plurales, con gente estupenda a ambos lados del espectro ideológico. Algo que me llama la atención es la cantidad de políticos y expolíticos que están en las tertulias últimamente. Un colega mío me decía "Cojones, nos están dejando sin trabajo, ¿eh?".

¿Siempre pudiste decidir con libertad tus tertulianos?

— Mayoritariamente, sí. Pero he recibido quejas y presiones. Yo he discutido agriamente en un despacho para defender que algún contertulio de derechas siguiera viniendo al programa. Y eso me ha pasado tanto en Cuatro como en TVE: he tenido que defender determinados perfiles, en duras discusiones. Esto es así. Pero, al mismo tiempo, quiero aclarar que desde luego tienes unos jefes con los que debes hablar: recibes órdenes y es respetable. Yo nunca he impuesto la anarquía en ningún programa mío, que a veces se ha intentado trasladar esto y es mentira podrida. ¿Me ha tocado ceder alguna vez? Pues claro que sí. No meo colonia.

En el libro explicas cómo el Ibex 35 invierte millones en publicidad, pero que la distribución es opaca y no sigue sólo criterios de eficacia.

— Claro. Es que aquí está una de las claves de todo. Hay que saber quién paga la tinta para explicar qué cuentan los medios y qué no. Y el potencial que tienen las grandes empresas para que se expliquen unas cosas y otras no es determinante. ¿Tú has visto hablar mucho del cártel de la construcción, sancionado por Competencia, en el que estaba la empresa de Florentino Pérez? ¿Has visto hablar mucho de los audios de Florentino?

No mucho, no.

— Muchas veces, escuchamos a los pregoneros de la mañana en la radio que insultan y amenazan, ¿verdad? Y, entre insulto e insulto, se emite una cuña publicitaria de una entidad financiera. Pues usted, querido oyente, debe saber que ese insulto, esa amenaza, está patrocinada por un banco. Porque, si no existiera ese patrocinio, de una empresa o de un organismo público, no existiría la plataforma. Esto se entiende perfectamente, ¿verdad? Estamos en un país donde, a determinados pregoneros matinales de la radio, que insultan y amenazan, se les financia de forma diaria, mientras a otros nos envían a casa. ¿Y por qué ocurre? Pues porque detrás no tenemos ningún padrino. El único Pérez de mi familia es Vidal Pérez, mi abuelo, peón de albañil de Ágreda. Yo no tengo al gran constructor Florentino Pérez detrás. Y así me ha ido, claro.

Supongo que eres consciente de que el libro no te va a granjear grandes amistades. ¿Te preocupa cerrarte puertas?

— Sinceramente creo que el libro está hecho para abrir una reflexión. Yo lo he hecho con esa voluntad: la de poder separar los garbanzos negros del resto. No existe ánimo destructivo.

Pero los grandes medios no salen demasiado bien parados.

— En los medios hay gente honesta y entre los directivos hay gente honesta. Y otros que no. La vocación es explicar cómo está el gremio por si sirve para mejorar. Es una reflexión, si quieres llamarlo así, generosa o arriesgada, porque quiero que la gente sepa cómo está este asunto. Y para que, algún día, se pueda decir que algunos no nos callamos.

De hecho, tu anterior editorial no te ha publicado este libro. Pero, claro, es que estabas en Planeta. ¿Llegaron a leer el manuscrito?

— Éste lo he hecho con Penguin Random House y es el primero que tengo con ellos. Con la otra tengo publicados cuatro libros.

En ese caso, me interesa saber si son ellos los que se niegan a publicar el libro o marchas tú.

— No, no: hay un momento en que ellos me dicen que ya no van a publicar más conmigo.

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