La noche de Reyes fue un poco extraña en La 1. En vez de pensar en una programación familiar adecuada para una noche especial, la televisión pública ofreció un homenaje a Maria Teresa Campos, fallecida hace cuatro meses. No es que no lo mereciera. Sin duda es en TVE que la presentadora se hizo un nombre. Trabajó allí durante quince años, al frente de diferentes programas. Pero desde 1996 que Campos se desvinculó y pasó a desarrollar su trayectoria en las cadenas privadas, sobre todo en Telecinco. La gran mayoría de los espectadores asocian a Maria Teresa Campos a Mediaset, con quien, aunque no siempre las relaciones fueron fluidas, llegó a tener un plató a su nombre y un gran retrato en cuyos pasillos ella se sentía especialmente orgullosa. Fue Telecinco, de hecho, donde también exhibió su decadencia mediática. Y es obvio que Mediaset, una vez muerta, no ha querido rendir homenaje a la presentadora que les dio horas de gloria.
El homenaje de la televisión pública fue presentado por su hija Terelu Campos. Hicieron sonar la voz del también traspasado Jesús Hermida para que sonara un grandilocuente "Con ustedes, Maria Teresa Campos" para dar paso a un vídeo de la época dorada de la presentadora en TVE. La hija, emocionada en el escenario, se dirigía a una platea llena de familiares y amigos famosos de la presentadora. La apertura del espectáculo la protagonizó Raphael cantando Qué sabe nadie. Y a partir de ahí fueron desfilando profesionales de los medios de comunicación y artistas para recordar a la homenajeada. Pablo Alborán, Javi, Víctor Manuel, Nieves Herrero, Irma Soriano, José Manuel Parada, Juan Ramon Lucas, Mercedes Milá, Rocío Carrasco, Carmen Rigalt, Eugenia Martínez de Irujo, Miguel Poveda... Todos se iban alternando con imágenes de archivo, vídeos de recordatorio, saludos, entrevistas y actuaciones. También se incluyeron intervenciones de políticos estratégicamente calculadas. Por cada líder de derechas aparecía uno de izquierdas. Primero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Después, Carmen Calvo e Isabel Díaz Ayuso.
El espectáculo tenía la esencia de María Teresa Campos en la ramplería y la puesta en escena caduca. Mantenía su característico formato con aroma de naftalina y ambiente doméstico, de saloncito y sofá. La presentadora se encargó de instruir a sus hijas y una nieta en la profesión televisiva. Pero el viernes por la noche se hacía evidente que la saga Campos ha degenerado en virtudes mediáticas. moderna. Seguramente fue el regalo de Reyes a la familia, la buena obra de la cadena para empezar el año en un gesto de elegancia y respeto. Y la prueba definitiva de los valores de Telecinco y cómo prioriza el negocio y el ensañamiento. El agradecimiento póstumo a una trabajadora de la cadena, si no garantiza audiencia y gritos, carece de sentido. Vete, Anton, que el que queda ya se compone.