Este domingo por la noche, TV3 celebra los cuarenta años del 30 minutos con una noche temática que comienza con un reportaje que repasa su trayectoria. Una mirada distinta provoca una regresión emocional en el pasado que hemos compartido, como ciudadanos y como espectadores, a través de la ventana de la televisión pública. Es emocionante, y no porque el relato pretenda serlo forzadamente. Pero recuperar determinadas historias e imágenes te transporta a quienes éramos entonces, como país y como individuos. Cada uno conecta con unos reportajes, pero también con su yo de entonces y todo lo que ha confeccionado su mirada. Uno de sus directores, Eduard Sanjuán, comenta con sus compañeros que "el treinta"ha contribuido al espíritu crítico de la sociedad". Y tiene razón.
Una mirada distinta va recopilando secuencias de los reportajes más emblemáticos, los comenta con sus autores y busca un relato que ayude a construir una filosofía sobre el reporterismo que va más allá del propio programa. No en vano, el título de este 30 minutos de conmemoración contiene la palabra mirada. Mirada en tanto que forma singular de observar la realidad, que no tiene tanto que ver con el concepto de mostrar como con contar desde el compromiso. Diferentes reporteros como Josep Maria Domènech, Carlos Bosch, Jaume Vilalta o Francesc Escribano profundizan en algunas de las historias que nos llevaron hasta la pantalla de casa, intentando ir del caso concreto a la personalidad del 30 minutos. Faltan voces femeninas y sobran las voces externas que añaden una retórica que el reportaje no necesita. Subraya la vocación internacional fundacional del programa, busca los vínculos con otros grandes espacios de reporterismo televisivo en Europa. Desprende la voluntad de reflexión profesional, de debate periodístico que gesta muy bien la idea antes de que llegue al espectador.
Pero esta conmemoración de los cuarenta años a través deUna mirada distinta aboca a realizar una lectura inevitablemente más crítica. Y es que repasar la trayectoria provoca una gran nostalgia por algo que ya no está. Hace años, la franja horaria del 30 minutos era sagrada, era una marca de prestigio imprescindible que estaba siempre. Está bien que la cadena celebre su cumpleaños, pero estaría bien que se planteara si está tratando y valorando "el Treinta" como se merece. Ha terminado estrangulado de presupuesto, sin esta vocación internacional, y aparece y desaparece de la parrilla para ser sustituido por otros espacios de entretenimiento. En la última década, TV3 ha ido diluyendo su fuerza, su capacidad de influir, su ambición y su dimensión, en una televisión pública a la que cada vez le cuesta más gestionar la actualidad desde el compromiso. Viendo el reportaje comprobamos cómo hemos pasado de la mirada larga a la mirada de andar por casa. Y es una lástima. Se debe recuperar el espíritu fundacional. Menos invertir en Spursitos, influencers y tonterías y más miradas diferentes que merezcan ser conmemoradas. Porque en 40 años, no está claro qué se podrá celebrar.