Nuevo deporte olímpico: lanzamiento de micrófono facha

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No habrá tiempo para implementarlo de cara a Los Angeles 2028, pero quizás sí que para Brisbane 2032 podemos contar con una nueva disciplina olímpica. En los últimos días, sendos periodistas han sido emboscados por presuntos reporteros del odio. Ana Pardo de Vera, de Público, le arrebató el micrófono a Bertrand Ndongo y lo dejó caer a sus pies poco después. Este martes ha sido Antonio Maestre quien le ha quitado el micrófono, en este caso a Vito Quiles, y lo ha proyectado a varios metros de distancia: se nota que esta modalidad atlética evoluciona rápidamente y se espera que pronto se homologuen récords de distancia. O quizás se podría valorar su estilo.

Vito Quiles saliendo del Congreso de los Diputados.

Es evidente que la solución de las cosas no es romper el material de trabajo del personal. Pero cuando un tipo usurpa la función de reportero para convertirse en un mero acosador que invade el espacio personal, existe un cierto karma y poesía visual en la parábola del micrófono volador. Porque la primera violencia es perseguir a alguien no para obtener su opinión sobre un tema, sino para hostigarlo en público y, en caso de que le arranques unas palabras, montarlas a conveniencia para que en ningún caso lo representen sino que refuercen el relato del medio ultra que se ha decidido a hundirlo, tuvo el humor de aguantar uno de esos especímenes recientemente y después tuvo que reclamar que mostrara el vídeo entero, porque el montaje era casi incomprensible de tan recortado y remontado: puro cine Dogma que ríete tú de Lars von Trier. Insisto: mala solución, la de igualar micrófonos y jabalinas, pero se entiende la impotencia ante quienes pervierten el periodismo para ejecutar sus shows particulares que violentan.

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