He renunciado a mis emolumentos del día como trabajador del diario ARA a cambio de un euro por cada vez que algún medio escriba la palabra "humilla" o derivados. Escribo estas líneas, claro, mientras me hacen la pedicura en una suite de San Tropetz y los periódicos se acumulan en la mesita, junto a las tostadas con puturrú de fuá. Como era de prever, Puigdemont es el gran protagonista y, si Isla aparece mencionado en la caverna, lo es sólo en tanto que "cómplice" del primero: un mero adlátero. Así lo ve El Mundo, por ejemplo. Pero el titular con peor leche, en este caso, es el deEl País. Con sólo cuatro palabras, es aparentemente descriptivo. Podría parecer manso, pero es disparar con Parabellum. "Isla president, Puigdemont huido" es una frase brutal, que contrapone a los dos personajes. Nos dice que sí, que el socialista habrá tenido una investidura deslucida y eclipsada por el golpe de efecto del líder de Junts, pero que llegado al día siguiente, es él quien presidirá la Generalitat, mientras que el otro ha tenido que volver a atravesar la frontera (presuntamente). Cierto que desde Waterloo se puede denunciar la anomalía democrática española, pero eso no puede esconder la frustración que debe suponerle no poder intervenir en Catalunya y jugar la partida de intentar ocupar la centralidad del independentismo, ahora que Esquerra pasa horas magras.
La otra dosis de mala leche es el subtítulo, en el que asegura que la marcha de Puigdemont "deja en evidencia a los Mossos d'Esquadra". Esto exculpa por omisión a Marlaska, que, por ejemplo, es el responsable del control fronterizo. Y a quienes en el resto de periódicos de Madrid colocan también en su parrilla infinita donde carbonizan todo el que se aleja del recto camino. Llarena, maestro de barbacoas, ha pedido ya explicaciones al ministro, pero el diario de Prisa no estaba dispuesto a dejarse torrefactar la alegría.