Un país de periodistas toreros

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Pocas cosas retratan más la cultura periodística madrileña que la llamada Corrida de la prensa. Se trata de una tradición de 1900 que organiza la Asociación de la Prensa de Madrid (APM?). Que en 124 años no hayan hecho una reflexión sobre si los valores de este acto están en sintonía con los tiempos, ya nos da alguna pista. Además, la entidad pretende –aunque sea formalmente– mantener una apariencia de neutralidad ideológica. ¿Una corrida va a favor de esa imagen? Presidida por el rey, nada menos. Me perdonarán el ataque naïf, pero me cuesta mucho creer que se pueda hacer compatible defender la versión más noble del periodismo, aquella que va a favor de los débiles y contra el poder, mientras torturas a un pobre toro hasta morir en presencia de la cabeza de 'Estado.

El rey emérito en la plaza de toros de Las Ventas, en una imagen de archivo.

Hace pocos días, en Las Ventas de Madrid, un hombre le llamó al torero Alejandro Talavante: “¡Piensa que es Pedro Sánchez!”. Y después de la estocada final, el público se levantó de sus asientos y prorrumpió en unos largos aplausos. No se podía saber, verdad, que una plaza de toros tendría un sesgo hacia el caliqueño y la nostalgia franquista del tipo nos-quieren-hacer-a-todos-homosexuales. Que sí, que habrá amantísimos de la tauromaquia en las filas de las izquierdas, pero es cansadísimo tener que explicar por qué se trata de una manifestación cultural escorada hacia el conservadurismo rancio. Y recordar que es un espectáculo enredado con el poder de la carcúndia. Basta con ver cómo este espontáneo graciosillo de Las Ventas se fue a casa tranquilo, pongámoslo fumando un purito. Si en vez de los toros fuera un concierto y el rapero de turno hubiera dicho algo similar, ya estaría en un simpático furgón policial, camino de la Audiencia. Que la asociación periodística más relevante del Estado no vea estas implicaciones es como los peces, que tampoco ven el agua en la que nadan.

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