La precariedad del nuevo concursito de verano de TV3

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'Tienes un minuto', un nuevo concurso de TV3.

Otro estreno de verano de TV3 es el ¿Tienes un minuto?, un concurso de culturilla general en el que la presentadora Núria Marín debe ir persiguiendo a los participantes por la calle con un maletín. Una vez convence alguno por jugar, tienen un minuto para responder lo más preguntas posible. Tienen que deletrear palabras como maravilla o aguacate, deben adivinar qué día se celebra el Día Internacional del Trabajador, responder cuál es el doble de sesenta o qué cura catalán es el autor del poema Canigó. También hay preguntas sobre la programación de TV3 o vinculadas a la localidad en la que graban el programa. Una chica que no sabe responder a la pregunta sobre Euforia alega que ella mira a YouTube y Netflix. Cuantas más preguntas contestan, mayor valor económico tienen. Si desconocen alguna, pueden solicitar un minuto extra para pedir ayuda a algún peatón. Y, en los diez segundos finales, si adivinan la pregunta de verdad o falso, pueden doblar las ganancias o perderlo todo. La dinámica es sencilla y el espectador enseguida entiende cómo funciona. Es un programa sin plató y de recursos limitadísimos. La audiencia puede jugar desde el sofá de casa. Ahora bien, las hay para llover el equipo de grabación, el montador y la presentadora, porque el proceso de grabación hace toda la pinta que debe ser una pesadilla. Marín debe hacer un proceso de captación mendigando concursantes. Es obvio que no nos enseñan todas las negativas ni las dificultades para encontrar a gente que tenga ganas de participar, pero se intuye en algunos detalles de la edición. Por otro lado, hay instantes de que la operación de ponerse a correr para encontrar a un peatón que ayude en el juego en menos de sesenta segundos es un fracaso y deben disimular. Parece que deben arreglarlo a través del montaje para completar la dinámica con un mínimo de dignidad. Ves cómo los concursantes se acercan a la única persona que pasa por allí, pero después se hace una elipsis sospechosa y aparecen preguntando a otras personas.

La precariedad del concurso en plena calle también resta emoción al juego. La afectación teatral de Núria Marín sirve para añadir algo de xerinola impostada, pero el final de cada partida es de una pobreza que sabe mal. Marín debe saltar, abrazarse a los concursantes y ovacionarlos exageradamente para transmitir algo de alegría. En el primer programa, una madre y un hijo se llevan un millar de euros y se van como si nada. La postproducción es de una frialdad sin compasión, no hay ningún esfuerzo por añadir algo de calidez televisiva. Acabas sufriendo por la austeridad a la que se ve sometido al equipo ante la dinámica del juego. No está claro que el esfuerzo compense la fragilidad del resultado final. La idea sobre el papel parece ser más fácil que ejecutarla. ¿Tienes un minuto? es el típico concursito de verano hecho con un zapato y una alpargata donde el minuto de juego de los concursantes debe parecer una eternidad para los que hacen el programa.

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