¿El ridículo del juez Aguirre no le denunciarán?

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La Audiencia de Barcelona ha propinado una buena estrujada al juez Joaquín Aguirre, a cuenta de la ya pintoresca trama rusa del Proceso: la de los 10.000 soldados que debían venir y que deben de estar todavía en alguna área de servicio perdida en Francia, consultando el mapa de carreteras Michelin. El tribunal le acusa de cometer un "fraude de ley" para mantener la causa abierta con "soluciones imaginativas", que es un eufemismo gran reserva. Incapaz de aportar pruebas, el instructor mantenía la causa en estado zombi porque así, con los encausados ​​acusados ​​de alta traición, impedía que les fuera aplicada la amnistía. Toda esta enfangamenta judicial hasta las ingles no puede hacerse sin controlar el relato a través de los medios de comunicación. La trama rusa ha dado grandes portadas a la caverna, dignas del repórter Tribulete. Pero ahora tocaría explicar a sus lectores que es hora de ver desfilar los títulos de crédito de la mala película de espías que les han explicado.

El juez Joaquín Aguirre.

No parece que deba ser el caso. En la edición en papel de La Razón ni siquiera recogen que se ha dictado archivo para la trama rusa. En elAbc sí lo hacen, pero supura la idea de que la Audiencia está entorpeciendo las investigaciones e impone un veto: "Da carpetazo", dicen en la web. Supongo que esto no cuenta como un ataque-a los-jueces de aquellos que tan gustosamente denuncian cuando afectan a los magistrados de su cuerda. El Mundo hace lo mismo, en un complemento discreto: "La Audiencia de Barcelona obliga a liquidar la trama rusa del Proceso". O sea, la justicia determina que uno de los suyos se ha extralimitado hasta la vergüenza ajena y la carga del titular es contra quien señala el abuso. Todo muy normal, muy democrático. Hablan del imperio de la ley, pero se refieren demasiado a menudo al califato privado de unos jueces concretos que tienen carta blanca para hacer política a golpe de toga y, sobre todo, maza.

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