Taylor Swift y los verdaderos 'iluminación'

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Taylor Swift es la enésima celebridad acusada de ser una bruja pagana que quiere destruir el cristianismo y, puesto que estamos, someter a la sociedad a una dominación satánica. Ni entro a desmentir ese clamor: sólo quiero poner el acento en dos mecanismos que las llamadas teorías de la conspiración logran poner en marcha (y ninguno es convencer a nadie sobre la pertenencia de Taylor Swift, o quien sea, en el club de los iluminado). Evidentemente, las creencias más absurdas tienen siempre su parroquia, pero en este caso la dinámica en juego es otra. Más allá de los que ya salen convencidos de casa de las trolas más estrafalarias, hay una pléyade de medios y pseudoperiodistas que vampirizan la fama de las celebridades sociales gracias a este mecanismo. Se aprovechan de que existen millones de búsquedas sobre la persona X y, aunque puedan captar poco tráfico, ya es todo un beneficio neto. Su agenda no suele ser denunciar sectas demoníacas, pero con los estrafetos titulares captan la atención de los incautos.

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Taylor Swift en los Grammy

Y luego están los medios digamos homologables que hablamos de ello y que, involuntariamente, ayudamos a hacerlo todo más grande de lo que tocaría. Informamos porque forma parte de la realidad y porque, mirado con la mínima distancia preceptiva, incluso es divertido, pero si al final el público generalista acaba relacionando a Taylor Swift y iluminado es probablemente porque los medios establecidos lo hemos favorecido. Incluso este artículo podría considerarse que forma parte de la misma rueda absurda. Deberemos tomar nota, pero, sobre todo, deberemos exigir a las redes sociales –porque está en sus manos– que apliquen mecanismos para conseguir que la difusión indiscriminada de mentiras no sea provechosa, en términos económicos. Porque no son las creencias: es la pasta.

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