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Un 'thriller' chapucero para Robert De Niro

Robert De Niro en 'Zero day'
Periodista i crítica de televisió
2 min
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Netflix ha estrenado Day zero (Día cero), una serie que se vende como la nueva joya de la corona del catálogo de Netflix. Es lógico: tiene a Robert De Niro haciendo el papel de un venerado expresidente de Estados Unidos. Siguiendo los códigos más elementales del thriller, la acción arranca in medias res, con la estrella protagonista intentando abrir una caja fuerte apresuradamente mientras le dan golpes a la puerta violentamente para entrar en su despacho. Un inicio emocionante que, minutos después, veremos que se deshincha. Pero ya nos han llevado el primer golpe de efecto.

La ficción, de seis capítulos, comienza como una cuenta atrás. Los Estados Unidos sufren un ciberataque de enormes dimensiones que apaga toda la red de comunicaciones repentinamente durante un minuto. En todas las pantallas de móvil aparece una advertencia amenazadora: "Esto puede volver a ocurrir". El apagón global provoca miles de muertes. El planteamiento narrativo para abordar la historia resulta desconcertante. Los Estados Unidos tienen como presidenta a una mujer negra que, viendo la proporción de la catástrofe, delega el seguimiento oficial en un expresidente y ella queda en un rol secundario. Un hombre jubilado, blanco, de edad avanzada es quien asume el verdadero liderazgo. Para terminar de redondearlo, este respetado expresidente empieza a mostrar síntomas de una supuesta demencia pero a toda costa quiere hacerse cargo de esa responsabilidad como buen patriota. Es inevitable hacer una lectura sibilina con relación a los últimos meses de la actualidad política de Estados Unidos, especialmente con la última campaña electoral y el dúo Kamala Harris y Joe Biden. Si Harris hubiera ganado las elecciones, la serie habría parecido un mensaje subliminar permanente.

Day zero es el típico thriller en el que todo está contado a medias y en el que no acabas de entender el detalle de lo que dicen los personajes pero tienes la tranquilidad de que al final atarás cabos. El protagonista siempre tiene más información que el espectador, y así los guionistas desactivan el peligro de ser demasiado obvios. Sencillamente, cuando se revela información importante utilizan el recurso de cambiar de escena o encerrar a los personajes en salas insonorizadas. También abusan del recurso de insinuar e incluso provocar falsas sospechas para garantizar la confusión de la audiencia.

En un momento en el que Trump y Putin se hacen la pelota, Day zero vuelve a recurrir al enemigo clásico: los rusos. Pero siempre con la sensación de que es solo una estrategia de distracción, construyendo las alternativas de moda: o un movimiento de extrema derecha o el terrorismo de un grupo radical de izquierdas. Los diálogos son lo más precario. En una reunión en el Pentágono, bajo el máximo secretismo, con los cargos más altos de la CIA, el expresidente debe especificar: "Que no salga ni una palabra de esta sala". Y pese a esta torpeza y unos recursos más efectistas que audaces, la serie engancha y entretiene, en parte para comentar desde el sofá las chapuzas de la producción.

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