La serie perfecta para encontrarle todos los defectos

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The perfect couple.

Este verano Netflix estrenó Family affair, una comedia romántica horrorosa y absolutamente fallida con Nicole Kidman y Zac Efron. El rostro inexpresivo y artificial de ambos protagonistas por los efectos de los tratamientos de estética provocaba una química imposible entre la pareja, incapaces de transmitir ni una chispa de verdad en un género donde se supone que debe haber algo de emoción. La actriz Nicole Kidman se ha autoencallado en personajes femeninos fríos y hieráticos en un contexto lujoso, como si algún tormento interior le obligara a la actitud severa y gélida. Pero más bien es un refugio temático en el que puede justificar las secuelas de su lucha a ultranza contra el envejecimiento. En sus últimas ficciones televisivas, Kidman se mantiene en un estereotipo femenino que, pese a las pretensiones de misterio y contención, ahora ya chirría. Big little lies, The undoing, Nine perfect strangers y ahora The perfect couple se ajustan al mismo patrón interpretativo. Esta última serie, recién estrenada en Netflix, ya es la más vista de la plataforma en sólo tres días. Es un thriller dramático que hace volar por los aires la supuesta perfección que bendice a los Winbury, una familia adinerada que vive en la idílica comunidad de la isla de Nantucket. Pocas horas antes de celebrarse la boda del hijo medio, el cadáver de una de las invitadas aparecerá en la playa de la hermosa mansión. La investigación policial hará aflorar toda la toxicidad escondida debajo de las alfombras durante años. Es una serie donde la historia se va desenvolviendo a partir de flashbacks que aclaran los hechos y declaraciones que todos los testigos hacen en los interrogatorios de comisaría. Los rencores, las culpas, las excusas y los secretos destaparán nuevos conflictos llevando a los protagonistas al límite. Lo mejor de la serie es la careta de presentación. Una grácil coreografía en la playa con todo el elenco de personajes que representa la alegría de los preliminares de la fiesta.

El título apela a un matrimonio perfecto que, francamente, no logra parecerlo ni desde el principio. Desde los primeros minutos de la serie ya es evidente que se trata de una familia bastante disfuncional emocionalmente. La sorpresa del “nada es lo que parece” es algo primaria. Más allá del asesinato, los primeros capítulos se hacen pesados, algo monótonos, para construir el contexto. Es a partir del tercer episodio que la investigación empezará a tomar impulso y entenderemos mejor las motivaciones de los personajes. The perfect couple tiene efluvios de The white lotus y Big little lies aunque no logra la calidad de estas dos ficciones. En demasiadas ocasiones la serie confunde el privilegio con la artificialidad y el discurso de fondo acaba reducido a una especie de lucha maniquea de ricos contra pobres con prejuicios elementales. Kidman es impostada y, como productora ejecutiva, parece haberse regalado una escena de explosión melodramática que acaba resultando ridícula. Y todo porque los juegos de las apariencias y la confusión para crear sospechosos es forzado. The perfect couple es más bien una serie imperfecta que entretiene más por el ejercicio de encontrarle los defectos que de descubrir su desenlace.

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