La plataforma 3Cat ha sacudido el panorama comunicativo catalán y hay que confiar en que lo ha hecho a fin de bien: el desplazamiento de consumo de la televisión lineal alstreaming es imparable, así que los medios públicos nacionales necesitan posicionarse en este terreno ultracompetitivo de forma firme e inequívoca. ¿Está funcionando la nueva plataforma? Imposible saber, porque la Corporación todavía no da datos sistemáticos, más allá de los que elige discrecionalmente y que, claro, favorecen el relato en positivo.
Hay que decir que ciertamente existen dificultades metodológicas que necesitan un debate profundo. ¿Cuál es el estándar de dato? ¿Las visualizaciones de un contenido? ¿Los minutos? ¿Los diferentes dispositivos que se han conectado? Además, no existe un estándar en el sector –que es tremendamente opaco, en contraposición a los rayos X de los audímetros en la televisión tradicional–, así que los responsables de la plataforma tienen miedo de desnudar sus números mientras toda su competencia los utiliza estratégicamente. Se entienden estas prevenciones, pero la CCMA es un ente público, a diferencia de Netflix y compañía, y tres meses después de arrancar el 3Cat los periodistas no podemos explicar a la ciudadanía qué rendimiento está obteniendo este servicio en streaming a cambio de los 30 millones invertidos. No vale dar sólo las cifras del éxito, si no se pueden encarar con los datos de lo que no ha funcionado. La CCMA ha dado grandes pasos en transparencia en los últimos quince años, pero con el 3Cat ha retrocedido y vuelve a una opacidad injustificable que impide evaluar este esfuerzo importante realizado con el dinero de todos. Hasta que no encuentre una forma de ser fiscalizada, la historia de éxito que se vende sobre la plataforma –y que muchos deseamos– será cuestión de fe.