En su fiebre tuitaire, Elon Musk ha dedicado buena parte de sus mensajes a blasmar a los medios. Hasta cierto punto, es normal: después de comprar por una fortuna Twitter y arruinarla en más de un sentido, su única salida es presentarla al público como alternativa al periodismo. Este martes, sin embargo, ha ido un paso más allá y ha sido la cuenta oficial de X que ha tuiteado el siguiente mensaje: “Escuche a la gente directamente, no lo que los propietarios de periódicos quieren que escucháis”. O sea, hasta ahora Musk tenía una red y opinaba lo que le rotara, pero ahora directamente postra los mensajes corporativos a sus manías y obsesiones. Más allá de la fealdad de este movimiento, que empuda –aún más si era posible– X, esta consigna habrá reventado todos los medidores de cinismo del planeta. Que el hombre que se ha gastado el equivalente al presupuesto de toda la CCMA durante más de un siglo en comprar un ágora pública, y que si suma más de 200 millones de seguidores es porque ha doblado el algoritmo a sus intereses particulares para que te tropieces con sus tuits en cada momento, tenga la barra de decir “escuche a la gente” a través de una cuenta oficial de la suya empresa me parece el acto de populismo mediático más bestia de los últimos años.
Creo que más de doce años escribiendo siete días a la semana sobre el periodismo y sus problemas me permiten sacudirme la sospecha de corporativista. Y ciertamente hay mal periodismo a espuertas. Pero la mayoría de profesionales cumplen. Es decir: escuchan a la gente y –paso imprescindible– contrastan, asean, repreguntan, complementan... Escuchar a la gente, sin más, aboca a oír sólo a quien más llama, a menudo porque se ha comprado el altavoz más potente, y favorece la recepción de mensajes interesados, sino directamente falsos o espurios.