La crisis de precios

Sobre el aceite de oliva: me sabe mal dar malas noticias

Previsiblemente la sequía aumentará el precio de los alimentos

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Una aceitera de aceite de oliva.

BarcelonaSi ha ido a hacer la compra en las últimas semanas, se habrá encontrado auténticas locuras en los precios. En especial, en el del aceite de oliva. Se ha hecho viral y con razón. El litro ronda entre los 8 y los 10 euros: más del doble que hace un año.

El precio de un producto siempre depende de la suma de los costes agregados y el margen que se le aplique. En el caso del aceite, los factores son diversos: falta de stocks por una mala producción que incrementa el precio de la materia prima y los costes del transporte, entre otros.

Aunque parezca estrambótico, el aceite de oliva del Estado da vueltas por Europa antes de llegar al consumidor final. Es habitual producirlo en Andalucía, llevarlo a Italia en cisternas para su envasado y venderlo en Sevilla. Todo muy ecológico, ¿no? Y, por supuesto, todo ese proceso cuesta dinero, y más con el combustible en máximos. De la cadena de producción gana todo el mundo y, por supuesto, lo acaba pagando el cliente final, ya seamos nosotros mismos o la restauración.

Pero entonces, en Irlanda ¿por qué vale sólo 4 euros? El motivo es sencillo: el stock que se utiliza en otros países no es de este año, sino que está producido en años anteriores y, por tanto, la aceituna en sí era más económica.

Por desgracia, el aceite es sólo el preludio de lo que ocurrirá con los alimentos en los próximos meses. Me sabe mal dar malas noticias pero con la sequía (o climas extremos como los de Grecia), la agricultura y nuestro bolsillo sufrirán sus consecuencias. Por el momento, parece que el invierno será duro, con precios de alimentos básicos disparados. Como era de esperar, medidas como la de suprimir el IVA no han servido de nada porque los incrementos de los precios son ya superiores.

Sin embargo, una buena noticia: suerte hemos tenido de la excepción ibérica en el precio de la luz; si no, hubiéramos tenido un verdadero cóctel explosivo para las familias. Basta con mirar las inflaciones en el este de Europa, de alrededor del 20%, cuando aquí estamos al 5%.

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