Alba Parejo: “Un chico me dijo que nadie querría una novia deforme”

Alba Parejo fotografiada en la playa de Castelldefels, su pueblo
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Un dálmata, un helado de stracciatella o una cookie. Estas son algunas de las imágenes con las que se identifica Alba Parejo, estudiante de sociología e influencer que tiene una enfermedad minoritaria llamada nevus congénito melanocítico gigante. Su cuerpo está lleno de pecas, manchas y cicatrices que hace tiempo que decidió dejar de esconder: con solo 15 años abrió una cuenta de Instagram para concienciar a la gente sobre su enfermedad y la diversidad de cuerpos. Ahora, con 20 años, acumula casi 43.000 seguidores. “A los 12 años, que es la época en la que quieres gustar a todo el mundo, yo me fijaba mucho en mi cuerpo. Mi mejor amiga del momento era muy guapa. A ella la miraban y le decían «Uau»; a mí me miraban y también me lo decían, pero la connotación era diferente”, recuerda. “Se me metió en la cabeza que si no gustaba a los chicos era por mi piel y entré en bucle”.

La comparación constante con otras chicas hizo que con 13 años acabara explotando y se diera cuenta de que tenía que empezar a trabajar su autoestima. “Un día, llorando, le dije a mi madre que no era feliz, que muchos días me iba a la cama llorando y que no era normal que estuviera siempre comparándome con los otros”, explica Parejo con la madurez de alguien que ha reflexionado mucho sobre su corta vida. Buena parte del trabajo de autoconocimiento lo ha hecho con ayuda psicológica. “Me dio muchas herramientas para cambiar cosas. Antes cuando me llamaban dálmata lo gestionaba fatal, pero después de ir al psicólogo esto cambió. Empezamos a buscar fotos de dálmatas y me di cuenta de que eran unos perros monísimos”. 

La decisión de coger las riendas de su autoestima fue acompañada de los primeros amores, algunos de los cuales supusieron una decepción. “A un chico le enseñé la espalda, más de la mitad de la cual tengo cicatrizada, y me dijo que no se la enseñara a nadie porque nadie querría una novia deforme”, explica Parejo. “Era un momento de vulnerabilidad porque estás mostrando una parte tuya que te incomoda y porque no te esperas que alguien al que le gustas te dirá esto. Duele mucho”. Parejo reconoce que en ese momento no supo cómo reaccionar y que tardó en cortar con el chico. “Una persona que tuviera la autoestima en su lugar habría dicho «Prefiero estar sola que estar contigo»”. 

Fue a partir de este momento cuando decidió mostrar la enfermedad sin pudor tanto en la vida diaria como en Instagram. “Pensé que lo enseñaría todo, así quien se acercara a mí ya sabría lo que hay”. Su perfil, que bautizó como Stracciatella en honor al helado preferido de sus padres, está lleno de sesiones de fotos en las que aparece con una naturalidad desbordante. “En la primera sesión me dijeron que llevara un biquini. Tuve que escribir a mis amigas porque yo no tenía, siempre iba con bañador entero”, dice riendo. 

Parejo no se considera una influencer profesional. “No lo tengo nada estructurado, soy demasiado caos e improviso bastante en todo, no sigo ninguna pauta”, explica riendo, mientras asegura que no tiene ningún hito concreto con el Instagram. “Cuando lo creé era mi perfil personal y el objetivo era dar a conocer la enfermedad y poca cosa más”, dice. Confiesa que todo lo que ha venido después, como colaboraciones con marcas –ha participado en una campaña de Levi’s, por ejemplo–, ser imagen de La Marató de 2019 o artículos en prensa internacional, ha sido un añadido. Señala, sin embargo, que prefiere que le lleguen propuestas que se centren en la diversidad de cuerpos más que en la enfermedad. “Al final lo importante es que hay tantos cuerpos como personas”. 

El éxito en las redes no se escapa de contradicciones internas que tiene muy identificadas. “Yo quiero ser yo, no quiero ser mi piel. Pero es extraño decir esto cuando en mis redes solo enseño mi piel”. 

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