El análisis de Antoni Bassas: 'La Moncloa, o cómo cargarse el diálogo en una tarde'

Sánchez no siente que tenga ningún incentivo para negociar nada con el gobierno independentista de Catalunya. Ahora el Govern le tiene que hacer ver que, si el diálogo no funciona, tendrá problemas. Y está dispuesto a crearlos

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Tenemos que registrar el último trompazo que ha recibido la mesa de diálogo. Esta vez la abolladura se la ha hecho el gobierno español, dos ministros en un solo día. Primero la portavoz, Isabel Rodríguez, contestando a Aragonès por haber dicho que antes de 2030 habrá un referéndum: “Hemos oído hablar al presidente Aragonès de la independencia con un horizonte 2030 y claramente este no es el camino. No es el camino del diálogo, del reencuentro ni el lugar ni la forma que queremos transitar con Catalunya. Ninguna Constitución en la UE reconoce la desintegración de los territorios y tampoco la nuestra. Nuestro modelo y compromiso es avanzar en la recuperación de la vida social y económica en Catalunya”.

Es sensacional. Si te sientas en una mesa con alguien que no piensa como tú debe de ser para ver cómo podéis superar las diferencias, pero seguro que no superarás las diferencias si el otro no puede decir qué es lo que ve diferente que tú. Y decir que quieren recuperar la normalidad ya es de traca. Señora ministra, ¿dónde ha vivido usted los últimos diez años? ¿En Marte? ¿Acaso no sabe que la normalidad en Catalunya es que el independentismo gane las elecciones o tenga la mayoría en el Parlament? ¿Cómo puedes hablar de reencuentro con el otro si no hay reconocimiento de las posiciones del otro?

Y si no querías caldo, dos tazas. También ayer el ministro español de la Presidencia, Félix Bolaños, anunció que en los próximos meses no reformarán el delito de sedición en el Código Penal.

Decir que si quieres un referéndum “claramente no es el camino del diálogo” es un disparate. Y no rebajar las penas para los delitos de sedición es desdecirse de lo que propuso el anterior ministro de Justicia, Campo, que llegó a recordar que España no estaba, en este delito, al nivel de Francia, Italia o Alemania. Esto es una prueba de que, para el gobierno de Pedro Sánchez, una vez aprobados los indultos ya no hay nada más que hacer con Catalunya excepto que pague y que calle, o sea, lo de siempre, que se ponga a la cola del autonomismo ordenado. Y todavía menos que vuelvan el president Puigdemont y el resto de exiliados, que se podrían beneficiar de esta reforma legal. Sánchez sigue en el “Puigdemont a prisión”. El presidente español ha decidido que Catalunya ya no es un problema, no quiere que lo sea, le estorba, él ya ha cumplido. Se sentará a la mesa de diálogo para que Europa vea que en España hay diálogo, en la línea de lo que ha pedido el papa Francisco a la Cope.

Cuando le han preguntado sobre el conflicto de Catalunya, ha dicho que España tendría que dar un paso de reconciliación con la propia historia, que la expresión "unidad nacional" es fascinante pero que "nunca se valorará sin la reconciliación básica de los pueblos" y que cualquier gobierno tiene que ver cómo saca adelante la historia "como hermanos y no como enemigos”. Ya está tardando José Maria Aznar en decir que se apunta esto que ha dicho el Papa en su libreta de los horrores, pero, bromas aparte, avanzar en la normalización con Catalunya sin solucionar la situación del president en el exilio no se aguanta.

Sánchez no siente que tenga ningún incentivo para negociar nada con el gobierno independentista de Catalunya. Ahora, el Govern le tiene que hacer ver que, si el diálogo no funciona, tendrá problemas. Y está dispuesto a crearlos.

Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.

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