Infraestructuras

AP-7, el precio de la gratuidad

La autopista levanta las barreras el 1 de septiembre con muchos deberes por hacer

Peaje de la autopista AP-7 a la salida oeste de Girona.
Roger Santaló
15/07/2021
5 min

hacer GironaEs un momento esperado por muchos conductores de dentro y de fuera de la demarcación de Girona: la autopista AP-7 pasará a ser gratuita, y lo hará dentro de tan solo un mes y medio. El 31 de agosto se acaba la concesión de Abertis en uno de los tramos más antiguos de España –se puso en servicio a principios de los años 70– y la titularidad pasa a manos del Estado. Después de años de prórrogas, esta vez la caducidad de la adjudicación va de verdad, como lo demuestra el estudio previo encargado por el ministerio de Transportes y Movilidad de España sobre la distribución de la demanda del tráfico una vez se supriman los peajes (en Catalunya son la AP-7 entre Tarragona y la Jonquera y la AP-2 entre el Vendrell y Zaragoza). Pero muchos de los que han sido usuarios de la vía de alta capacidad creen que el cambio –largamente pedido– llega sin que la red esté preparada y sin que el Estado tenga soluciones previstas para los problemas que vendrán. De alguna manera, la gratuidad tendrá un precio.

Una vía todavía más sobrecargada

El tramo de Girona de la AP-7 es la infraestructura que soporta más tráfico de la demarcación: más de 75.000 vehículos circulan cada día por su punto más cargado, a su paso por Girona, de los cuales cerca de un 19% son vehículos pesados. Y con la autopista gratuita estas cifras irán a más. Para Àlex Gilabert, responsable de la comisión para la ordenación del territorio de la Cambra de Comerç de Girona, “está claro que habrá un aumento de tráfico inmediato por la autopista con el fin de la concesión; es lo que ha pasado en los tramos donde se han levantado últimamente las barreras”. Los datos lo corroboran: en Burgos la gratuidad disparó en un 58% la frecuencia de vehículos por la AP-1 en 2019, y en los primeros meses de 2020 el porcentaje fue de un 36% de incremento en el tramo de la AP-7 entre Tarragona y Alicante. Los colectivos de transportistas alertan de posibles afectaciones: “Con el cambio, tenemos miedo de que la autopista se colapse y haya más accidentes, sobre todo en verano”, afirma Eduard Ayach, vicepresidente de la asociación Asetrans de Girona.

Déficit de infraestructuras

Precisamente, la Cambra de Comerç está preparando un documento técnico en el que estudia los efectos del levantamiento de peajes para prever soluciones y hacer propuestas de actuación. Una de ellas es mejorar los accesos de la infraestructura, planteándolos tal como son en las autovías. Gilabert recuerda que las salidas actuales son pocas porque estaban pensadas para hacer los peajes más rentables: “Con el aumento de tráfico hay puntos como la rotonda de Salt en Girona Sur que pueden atascarse fácilmente, y se necesita abrir otras vías hacia Bescanó o hacia el sur del Baix Empordà. Así el territorio se conectaría mejor”. Otro de los consensos entre los sectores económicos es la mejora de la Nacional II. “Dota de permeabilidad el territorio, y una vez se libere el tráfico en la AP-7 seguirá habiendo problemas de seguridad”, advierte. De momento en tramos como la zona de Mallorquines la vía registra un índice de movimiento diario de 39.000 vehículos, y esto que la mayoría de transportistas no pueden pasar. Para Eduard Ayach, esto es un hecho anormal: “En las otras demarcaciones tienen alternativas a la autopista en condiciones, pero Girona solo tiene la AP-7. La mejora de la N-II es una deuda pendiente del Estado de hace años”. Asetrans también exige movimientos de la Generalitat, a la que pide “una visión global del territorio, que no existe” y un “Pacto Nacional de Infraestructuras para solucionar el déficit tan importante que sufre la demarcación”. Pero el desdoblamiento completo de la N-II no tiene un consenso absoluto. Hay opiniones contrarias, como la de las entidades ecologistas o de algunos municipios como Bàscara.

Pérdida de ingresos en los pueblos

La previsible disminución del tráfico de la N-II comportará cambios para los pueblos donde pasa, y también lo hará la gratuidad de la AP-7. Es el caso de Bàscara, por donde pasan las dos vías. Su alcalde, Narcís Saurina (ERC-AM), se muestra más preocupado por el segundo punto porque dejarán de ingresar el BICE, el impuesto sobre bienes inmuebles de características especiales: “En el momento en el que la infraestructura no es explotada por una empresa privada, el impuesto desaparece, y representa el 20% de los ingresos anuales del presupuesto municipal”. Esto suponen 265.000 euros para Bàscara. El dinero, por otro lado, solo ha llegado en los últimos cinco años. “Al principio el Estado otorgó la concesión ahorrando el pago del impuesto a la empresa, a la que eximía del 95% del BICE, y esto no ha llegado a los municipios”, lamenta. El alcalde sigue exponiendo los agravios: “La autopista ha trinchado el territorio y se ha convertido en un nido de problemas por culpa del poco mantenimiento que se hace. Ellos no han cumplido su parte, y en el tramo que les corresponde los márgenes son espesos de vegetación, con el peligro que esto conlleva”. En cuanto al tráfico de la carretera nacional, el alcalde cree que notarán la hipotética disminución de vehículos, pero aventura que no será exagerada: "Además, a pesar de que hay incertidumbre en los comercios, muchos vecinos agradecerían poder abrir la ventana por las noches de verano sin las molestias derivadas de la carretera”.

120 trabajadores sin trabajo

Quien no estará contento con la gratuidad de la autopista y ve el futuro más negro son los 120 trabajadores de Girona de la AP-7 que se quedarán sin trabajo con el fin de la concesión. Joan Muntada (UGT) tiene 58 años y entró en la autopista en 1985: “A priori solo seguirán los 36 operarios de mantenimiento, a los que tendrán que asumir las empresas que se ocupen de la conservación de la infraestructura”. Los que estaban en lugares de atención al cliente o en administración irán a la calle, como los 1.000 despedidos desde 2012 que ha habido en toda Catalunya. “Esto ha conllevado que la autopista esté bajo mínimos en todos los aspectos, y la falta de mantenimiento es evidente. Hay muchos más baches en el asfalto que antes”, explica Muntada. Desde los sindicatos aseguran que intentan encontrar una salida a la situación: “No será fácil, porque la mayoría de nosotros rondamos la cincuentena, y esto dificulta una reinserción laboral”, dice Muntada. A esto se añade que el panorama laboral es poco alentador: “¿Trabajaremos en lugares de estilo call center? El salario que nos pueden ofrecer puede ser menos de la mitad del que percibimos ahora, y puede ser que sea peor que lo que podamos tener entrando en el paro…”

¿Un futuro de pago?

Ya en 1999, el Libro blanco de las infraestructuras de la Unión Europea recomendaba establecer un sistema de pago para que los vehículos pudieran circular en vías de alta capacidad. Uno de los sistemas estudiados es el que popularmente se denomina viñeta, y España se lo está planteando a instancia de las instituciones comunitarias. Para Muntada, a los trabajadores de la autopista les llegaría tarde: “Habría podido ser una salida para algunos trabajadores, pero al no estar implementado ya no se puede hacer un traspaso de los puestos de trabajo de la concesión privada al Estado”. La Cambra de Comerç de Girona está convencida de su implementación futura, un escenario que el vicepresidente de Asetrans, Eduard Ayach, rechaza de manera tajante: “Estamos en contra de las tasas finalistas, y el impuesto a los carburantes ya tendría que servir para contribuir a mantener las carreteras”. Tampoco ven bien que se aporte a “una caja común” y que después “no se invierta en mejorar las infraestructuras de la demarcación”. Por su parte, los municipios esperan que una hipotética viñeta garantice el mantenimiento de la infraestructura como tocaría, puesto que “los ayuntamientos no lo pueden hacer solos”, afirma el alcalde de Bàscara, Narcís Saurina. Así, lo más curioso de todo es que la gratuidad de la AP-7 podría ser un espejismo. En poco tiempo los usuarios de la antigua autopista tendrán que volver a pagar para pasar por la autovía, y quizás también tendrán que rascarse el bolsillo para usar cualquiera de las otras autovías de la demarcación. 

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