cultura

Artistas urbanos: de la transgresión al 'modus vivendi'

Jóvenes que empezaron haciendo grafitos y murales y que ahora se ganan la vida

6 min
Jordi Comas, pintando el mural de Aitana Bonmatí en Sant Pere de Ribes

GeronaGeneralmente empezaron pintando grafitis o murales de jóvenes por afición, algunos en parte por el punto transgresor de hacer grafitis donde no está permitido, otros para poder expresarse artísticamente. Pero quienes salen en este reportaje han acabado haciendo de lo que era una afición de adolescentes el suyo modus vivendi. Son cinco jóvenes artistas urbanos que han logrado ganarse la vida haciendo lo que más les gusta.

Arriesgar para salirse adelante

Con 14 años, antes de empezar el bachillerato artístico, Jordi Comas, que ahora tiene 31 años, empezó a pintar grafitis “para hacer cabrear a los vecinos". "Pero el graffiti contribuyó a mi interés por estudiar arte y estudiar arte enriqueció mi trabajo en la calle”, explica. Con el tiempo se dio cuenta de que el muralismo podría convertirse en algo más que una afición. Con 19 años dio un cabezazo, dejó trabajos de fines de semana y de temporada para centrarse en su carrera como artista “acabase donde acabara”. De eso hace doce años: “En ese momento, esta decisión me supuso renunciar a muchas cosas, pero parece que al final ha dado sus frutos. A estas alturas puedo decir que he hecho de mi afición mi profesión”.

Jordi Comas, FertOne, ha pintado y expuesto tanto en Latinoamérica como en Europa
Jordi Comas frente a un mural acabado

No hace tantos años que se dedica profesionalmente, pero Sergi Salas, de 30 años, también ha logrado ganarse la vida con su pasión. En la escuela era bueno dibujante, pero no confiaba demasiado en sus posibilidades, y con 14 años empezó a hacer grafitis porque veía una vertiente artística. “Creo que el graffiti lo engloba todo, tanto lo transgresor como lo comercial”, dice. Salas estudió diseño gráfico, "y entre la formación y lo que aprendí en la calle pinto como pinto hoy en día”, opina.

Sergi Salas frente al mural que pintó en el cine Truffaut de Girona
Sergi Salas trabajando en un mural

Más o menos de la misma quinta es Enric Lucas, de 31 años, que ya de joven tuvo claro que quería ser pintor muralista y por eso estudió ilustración en la Escuela de Arte de Olot. Desde que se graduó hace ocho años, trabaja de muralista, y en su caso, además de los encargos, también da clases y talleres con niños y cuyo resultado es un mural. “Las clases las he empezado a dar este año y está bien porque te dan una cierta estabilidad en los ingresos. Este trabajo a veces es muy inestable, tanto puedes estar dos meses que no des alcance como después un mes que no tienes ningún encargo”, dice Lucas, que prácticamente lo pinta todo a pincel.

Enric Lucas, trabajando en un mural
Mural pintado en Quart por Enric Lucas
Otro mural de Lucas, representando al actual Papa

Antes de que ellos empezó Aleix Font, de 40 años: “Con 16 años iba con los grafiteros de Sabadell, pero yo me cogía un corte de pared y me ponía a dibujar algo realista con mis pinceles”. Aunque hace más de veinte años que se dedica intensamente, Font se dedicó a la docencia durante doce años y no dio el salto a vivir del muralismo hasta hace tres años. “El confinamiento fue determinante. Pinté mucho y mi entorno me hizo ver que podría salir adelante, porque iba recibiendo muchos proyectos y convocatorias y al final me decidí –explica–. Estoy contento porque puedo intentar monetizar lo que me apasiona en un sentido honesto”, añade.

Aleix Font delante de la escuela de Vila-roja que está pintando, no de forma continua, desde hace unos dos años. En total, unos 1.400 m2
La Casa de las Artes, en Mas Ramada de Girona, pintada también por Aleix Font

Murales con y sin mensaje

Casi todos combinan los encargos que reciben con los murales que pintan por iniciativa propia. “Pintar murales es un medio para comunicar, como las vallas publicitarias. Me da la oportunidad de pintar, y en vez de dibujar «Bebe tal refresco» prefiero pintar «No tires colillas, gamarús»", dice Comas. “Yo también busco transmitir un mensaje con mis murales y no siempre gira al alrededor del mismo. Depende de lo que vea en el mundo”, dice Lucas.

Mural pintado en Riudarenes por Enric Lucas con motivo del 8-M, representando la sororidad entre diferentes generaciones de mujeres

Muchos de ellos han rodeado mundo y han aprovechado para pintar, tanto por placer como por encargo. Font vivió dos años en Brasil cuando tenía 20: “Me gané la vida pintando, cobrando o intercambiándolo por tener un sitio donde dormir”. Salas también ha pintado varios murales en Bogotá y Comas ha pintado y expuesto tanto en Latinoamérica como en varias ciudades de EEUU, tanto por placer como por trabajo. Entre otros trabajos, Comas es el autor del mural dedicado a Aitana Bonmatí en Sant Pere de Ribes, que se presentó al día siguiente de que la futbolista ganara el premio a mejor jugadora del mundo en París.

Comas pintó el mural en Sant Pere de Ribes en homenaje a Aitana Bonmatí

Seudónimo y 'alter ego'

Casi todos tienen un nombre artístico, de calle o uno alter ego con que firman sus trabajos. “Yo quería que mi seudónimo no fuera algo vacía, y reflexionando decidí Fert porque entiendo que cuando pinto doy vida a una pared que era gris o simplemente aburrida. Fert viene de fertilizante, los fertilizantes lo que hacen es dar vida a la tierra y ayudar a las plantas a crecer –explica Comas–. Para mí el seudónimo no es muy relevante. No sé si la próxima semana o dentro de diez años me cansaré de Fert, firmaré Jordi Comas y se acabó. Pero ahora mismo es parte de mi identidad, Fert sólo hay uno y funciona en cuanto al naming”, señala Comas.

Comas pintando un mural

Lucas es Greendel15. “Hace unos años firmaba como Green y después de estudiar en Olot añadí el «del15» porque es un número que se me repite mucho, pero sí tengo bastante claro que en un futuro cambiaré el nombre. Ahora ya depende del trabajo firmo de una forma u otra, no siempre utilizo Greendel15”, dice.

Mural pintado por Enric Lucas

Font escogió a Rataconcorbata de joven: “Viene de una canción de rap, pero ahora ya no la utilizo, no es un alter ego que vea vigente. De hecho, ahora casi ni firmo y hace un par de años cambié el dominio de mi página web de Rataconcorbata en Aleix Font”, explica.

Mural pintado por Aleix Font

En cambio, Salas nunca ha tenido pseudónimo, pero lo ha buscado más con el sentido comercial, ya que su empresa se llama Dstacarte, “de destacar con el arte”, explica.

Sergi Salas trabajando en un mural en un interior

“Los muralistas lo siguen teniendo difícil porque hay gente que considera que lo hacen por hobby y, por tanto, no lo valoran como un trabajo”, opina Mariona Terrats, de la asociación Blaublau, que es una de las entidades que participan en el festival MonarT. “Esta consideración no ha cambiado mucho. Después de seis o siete años que estamos vemos que todavía queda mucho trabajo por hacer”, concluye Terrats.

Un mural del proyecto educativo Heal Hop creado por Núria Alemany Rovira
Núria Alemany Rovira
Heal Hop: el hip-hop como proyecto educativo

El caso de Núria Alemany Rovira, de 40 años, es distinto al resto. También empezó a pintar con 16 años, pero poco después fundó un grupo de rap, Rapapolvo, y dejó de pintar físicamente durante años –lo siguió haciendo digitalmente, puesto que también se dedica a la animación en 2D y 3D– . Para ella, el graffiti, como el rap o el breakdance , son expresiones artísticas de la cultura hip-hop. "El hip-hop es un proceso de empoderamiento, conocimiento y expresión personal y colectiva", dice.

Después de casi veinte años sin tomar el spray ni los pinceles, hace cinco empezó con el proyecto educativo Heal Hop , que ahora es su idea “para transformar y mejorarnos a través de la creatividad del hip-hop”. Nació en Gerona y se representa en todo el país. “No hago talleres de graffiti y de rap, lo que hago es cumplir con objetivos pedagógicos emocionales, socioculturales o artísticos a través del graffiti y del rap –explica–. Utilizo las herramientas que el hip-hop como cultura nos da para dar opciones con un pensamiento creativo, para ayudar a crear más comunidad en un grupo, transmitir ciertos valores y reflexionar. Para conseguir algo de espíritu crítico, sobre todo en adolescentes”, añade. Alemany Rovira quiere remarcar que "una cosa es hacer murales y otra la cultura hip-hop, una cosa se queda en la parte artística mientras que la otra suma todo un proceso social detrás".

Alemán también tiene nombre artístico: Neve. “La gente empezó a conocerme con este nombre porque firmaba los grafitis con así y decidí quedármelo. De hecho, ese nombre lo hizo más la gente que yo, y no tengo ganas de dejarlo porque es mi nombre artístico”, dice.

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