Bienestar animal

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Un perro paseando, atado con la correa, por las calles de Barcelona

Tuve que regañar a Jonca porque me miraba con los ojos tristes y moviendo la cola.

–Basta de chantaje emocional –dije.

–¡Pero yo quiero ir..! Me porto bien, Toni, no bordo nunca, cuando entras a comprar estoy quieta esperándote… ¡Por favor..! ¡No me puedes dejar aquí..! Quiero oler la calle, quiero socializar..!

–No puede ser. Han empezado a poner multas por dejar al perro fuera la tienda, de 500 a 10.000 euros. Ya no puedo sacarte cuando voy a comprar, ni pasar a comprar cuando te paseo. Las tiendas del centro perderán un cliente.

Paró de mover la cola, se puso seria, cruzó los brazos y puso cara de berrinche:

–¿Pero no es una ley para el bienestar animal? Sois unos hipócritas. Torturáis a los toros, tenéis a miles de millones de bestias en granjas-matadero, cada año os cargáis especies enteras de animales, ¿y ahora me queréis hacer pagar a mí vuestra mala conciencia?

–Ya nos conoces. Cuando hubo la pandemia, podía sacarte a pasear a ti, pero los niños tenían que quedarse en casa. Entonces no protestaste, ¿eh? La arbitrariedad entonces te favorecía a ti y salimos una barbaridad.

–Como Nietzsche hace decir a Zaratustra, “donde el estado termina, empieza el hombre que no es superfluo”. Pero yo soy una perra, ¡me gusta pasear, ver a otros perros..!

–Pues te joderás, porque tú no eres la finalidad de la ley, solo eres la excusa. Pregúntale a un campesino por las normativas. Están asfixiados. Mírate toda la burocracia que la administración multiplica para hacer imposibles las gestiones. La finalidad de estas exigencias imbéciles es capturar poco a poco a la gente en una malla normativa que la anule. Complementan a las cámaras de vigilancia. Una cámara sola te parece que no te afecta, o que te protege, hasta que las calles se llenan de ojos que te controlan en tiempo real.

–¡Pero yo quiero ir, Toni..! No me dejes..! Por favor..!

–Lo siento mucho, no puedo hacer nada. La esencia de estas leyes es la estupidez. Cuanto más locas, mejor, porque se trata de demostrar quién manda. El municipal de turno que te vea atada fuera de la tienda me multará con más ganas cuanto menos razonable sea la ley: su autoridad es más fuerte si contraviene el sentido común. Infórmate mejor sobre los humanos. Menos Nietzsche y más poner la oreja. Nos oirás quejarnos de que los políticos viven al margen de la gente, pero necesitan esa distancia, quieren el poder para ellos solos. No dejarme atarte fuera de la tienda es una forma que tienen de atarnos más a ti y a mí. Lo siento mucho, pero a partir de ahora te quedarás en casa.

Y salí solo.

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