Criar a un niño en... Brasil (7)

Brasil, una indústria de escuelas privadas

La clase media y alta visualizan la infancia como una fase inicial de preparación para poder acceder a las mejores universidades y trabajos

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Patio de una escuela de Brasil.

Sao PauloLa fractura social que rasga a Brasil, uno de los países con mayor desigualdad del planeta, alimenta un apartheid económico en el que los niños son cronológicamente los primeros protagonistas o víctimas dependiendo de la esquina donde les haya tocado nacer. Uno de los indicadores que exponen las dificultades financieras, estructurales o temporales, es tener que matricular a sus hijos en la escuela pública, de donde huye todo el mundo que tiene mínimamente recursos.

“Haces todos los esfuerzos inimaginables para pagar una escuela privada, si hace falta te vienes el coche o te endeudas”, explica al ARA, Cibele Teixeira, de 39 años, consultora y madre de Giulia, de 7 años , y Pedro Henrique, de 4, que lo justifica diciendo que "sólo así puedes garantizar un futuro profesional próspero a tus hijos".

Por culpa de la financiación deficitaria endémica, la educación pública fracasa en el objetivo de ofrecer contenidos de calidad. Perpetúa la brecha social en lugar de ser un trampolín de igualdad de oportunidades. Los centros públicos ofrecen dos turnos (de las 7 ha las 14 hy de las 13.15 ha las 21.15 h) para doblar la capacidad de las infraestructuras. Por ley, durante el horario lectivo, los estudiantes hacen dos comidas gratuitas o, incluso tres, las más pequeñas. En algunos casos, es la única alimentación asegurada durante el día. También se proporciona todo el material escolar y el uniforme (incluye zapatillas deportivas). Ésta es una herramienta clave para crear sentido de igualdad y evitar discriminación y vejación por el origen social.

Aunque haya extraescolares, la educación en dos turnos (que también se repite en la escuela privada, pero con objetivo de multiplicar la facturación de los centros) provoca que, los niños pasen uno de los dos períodos del día (mañana o tarde), fuera de la escuela. Es un quebradero de cabeza, porque es imposible la conciliación con la jornada laboral. Quien no tiene recursos acaba dejando a sus hijos en la mano de Dios: solos en casa o, como mal menor, tutelados por los hermanos mayores. En cambio, para la clase media y alta significa aumentar los costes. "Pagas mensualidad, uniforme, material y extraescolares, una de las cuales siempre es el inglés", indica Teixeira. "Quien acaba siendo el responsable de llevar a mis hijos arriba y abajo es la mujer que me ayuda a casa, que cocina, limpia y también los cuida fuera del horario lectivo", añade.

Esta figura femenina, de baja renta y que tiene los hijos a menudo solos en casa para hacerse cargo de los demás, adquiere una importancia primordial para el niño porque, de lunes a viernes, convive más horas que con los mismos padres y crea vínculos afectivos. "Tú trabajas con jornadas laborales larguísimas para tener los recursos necesarios para pagar la educación de tus hijos y apenas los ves. Nos pasa a mi marido, que es arquitecto, y a mí, que soy consultora en una compañía estadounidense, pero también a todos nuestros amigos", apunta.

Son estas familias, las situadas por encima de la fractura social, las que alimentan la industria de las escuelas privadas (reciben alrededor del 20% de los niños del país), con un tenedor de precios de entre 100 euros las más económicas de muy baja calidad, hasta más de 3.000 euros mensuales las más caras. Son elegidas por las familias, no por la metodología, ni por el proyecto pedagógico, ni por ser confesional o no. Lo que se busca son centros, con reconocimiento social, que se explicita con los uniformes con el escudo y el nombre del centro impreso en los chándales. Desde la educación infantil, ya tienen la mirada puesta en la selectividad, con la presión implícita que supone para el niño, que muchas veces afrontan un volumen de contenidos impropios para su edad. En estos centros, a diferencia de las escuelas públicas, difícilmente hay alumnos afrodescendientes. Es un mundo de blancos para blancos.

“Es cierto que exigimos que nuestros hijos accedan a las universidades públicas –que son absolutamente gratuitas– y de un gran prestigio porque es de donde las principales empresas captan a los estudiantes para los programas de prácticas. Y ese es el camino natural para acabar siendo contratados después”, expone Teixeira. La historia se repite generación tras generación. "Mis padres hicieron un gran esfuerzo pagando a mi hermana y a mí una escuela privada hasta la educación secundaria y espero poder hacer lo mismo con mis dos hijos", dice la consulta. “La diferencia que veo en comparación con lo que fue mi formación es que ahora en Brasil, por suerte, existe una gran oferta de escuelas bilingües en inglés y es en uno de esos centros donde estudian mis hijos. Quiero que entren en la universidad hablándole fluidamente, y después de que estudien una tercera lengua, quizás el español”, finaliza.

Los apuntes

-Calendario escolar: se divide en dos partes. La primera comienza la última semana de enero hasta el 30 de junio y, después, se realizan las vacaciones de invierno que duran todo julio. El segundo tramo comienza el 1 de agosto hasta el 15 de diciembre y las vacaciones de verano van del 15 de diciembre hasta la última semana de enero.

-Horario escolar: se hacen dos turnos, uno por la mañana y otro por la tarde. En el caso de las escuelas públicas el horario del turno de la mañana es de las 7.00 ha las 14.00 hy el de la tarde de las 14.15 ha las 21.15 h.

-Las comidas: se come entre la franja de las 11.00 ha las 12.00 h mientras que la cena se realiza entre las 18.00 hy las 20.00 h.

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