El 'brazo tonto' de la policía del PP

Bárcenas, tras la bomba de los sobresueldos, hinchó el globo para aterrorizar a Rajoy

Ernesto Ekaizer
4 min
Imatge dels exministres Jorge Fernández Díaz i María Cospedal.

MadridLa operación Kitchen, dirigida a secuestrar presuntos documentos comprometedores para el Partido Popular en posesión del extesorero Luis Bárcenas, no consiguió, pese a gastar dinero de fondos reservados y movilizar a 71 policías entre el 13 de julio de 2013 y avanzado el año 2015, encontrar evidencias contra Mariano Rajoy y su partido. La bomba atómica -los sobresueldos al propio Rajoy y a la cúpula del partido, explotó, el 31 de enero de 2013, y tuvo nuevos efectos devastadores para la imagen del PP con la confesión de Bárcenas ante el juez Pablo Ruz el 15 de julio de 2013. A partir de estos hechos Bárcenas ideó un ardid para que el PP le protegiera de los jueces: amenazar con más bombas atómicas inexistentes.

El recorrido del sumario de la operación Kitchen está plagado de conversaciones entre los jefes policiales – el comisario Enrique García Castaño, alias Big-Gordo Talla, el entonces comisario José Villarejo, y el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, alias Choco-Paco, entre otros- sobre presuntas grabaciones que habría realizado Bárcenas en encuentros con Rajoy, Javier Arenas o María Dolores de Cospedal, o la existencia de documentos secretos, objetivo de la operación de espionaje.

Pero el resultado, es decir, los hallazgos, ha sido igual a cero.

¿Qué ha pasado?

La verdadera “bomba atómica” estalló el 31 de enero de 2013, cuando el diario El País publicó las 14 fotocopias de los apuntes manuscritos de lo que se llamó la contabilidad B del PP, entre 1990 y 2008: pagos periódicos de sobresueldos a la cúpula del partido y “donaciones” de empresas (7,5 millones de euros)

Los papeles de Bárcenas

El PP quedó en estado de shock al ver la portada, donde se reproducían las fotocopias de extractos de los apuntes en tres fotografías y figuraban, entre otros, los nombres M.Rajoy y D. Cospedal.

En esa contabilidad, las siglas “M.R”, “M.Raj”, “Mariano”, “Mariano Rajoy” y “Mariano R” aparecen en 35 apuntes en once años por valor de 322.231 euros, cantidad que incluye seis apuntes por valor de 33.207 euros en concepto de “Trajes Mariano”, “Corbatas presidente” y “Trajes Rajoy”. También aparecían dos abonos trimestrales de 7.500 euros cada uno.

La información sobre la contabilidad B trascendía semanas después de que las autoridades suizas enviasen a España los primeros datos de la fortuna acumulada por Luis Bárcenas en una cuenta en el LGT Bank de Ginebra que se cifra en 22.144.832 euros, a la que se sumarán 26.147.509 euros en otra cuenta del banco Lombard Odier. En total: 48.292.341. Esta fortuna, invertida en distintos activos, entre ellos acciones, había sufrido un recorte significativo con el crash de las Bolsas en 2008.

La fortuna de Bárcenas pasa a un segundo plano y los sobresueldos y donaciones de empresas ocupan la atención. El juez Pablo Ruz y la fiscal Concha Sabadell interrogan varias veces a Bárcenas, sin conseguir resultados. El 27 de junio de 2013, la fiscal solicita al juez que dicte prisión incondicional. Bárcenas ingresa en la prisión de Soto del Real. Y le vuelven a citar el 15 de julio.

Y aquí, ante esta declaración, empieza la operación Kitchen. Uno de los miembros de la trama, es el entonces abogado de Álvaro Lapuerta el predecesor de Bárcenas como tesorero del PP. Se trata de Javier Iglesias Redondo, Largo, según el dramatis personae de la trama, quien tras hablar con María Dolores de Cospedal visita a Bárcenas en prisión.

Es el 8 de julio de 2013. Iglesias le pide que mantenga la boca cerrada de parte del PP, porque de lo contrario Rosalía Iglesias, esposa del extesorero, también ingresará en prisión. Si guarda silencio, le dice, Alberto Ruiz-Gallardón será cesado como ministro de Justicia y el caso se archivará en septiembre de 2013.

Luis Bárcenas no se fía. Y su nuevo abogado, Javier Gómez de Liaño, amigo del periodista Pedro J. Ramírez, le persuade para que le conceda una entrevista y tire de la manta. Bárcenas, desesperado, sigue ese curso de acción.

Los SMS a Rajoy

Y el 14 de julio, un día antes de ser trasladado de la cárcel a la Audiencia Nacional para declarar, su abogado, que controla su teléfono móvil pasa al diario El Mundo la colección de mensajes SMS que se ha intercambiado con Rajoy durante largos meses. Entre ellos aquel en el que el presidente del Gobierno, el 18 de enero de 2013, le escribe: “Sé fuerte”. O este otro, durante la investigación judicial: “Luis, nada es fácil, pero hacemos lo que podemos”.

Por tanto, hay cuatro bombas: los papeles publicados el 31 de enero; los SMS en la víspera de su declaración, la aportación del original de los papeles cuyas fotocopias publicadas y, sobre todo, la confesión del 15 de julio de 2013 ante el juez Ruz.

A partir de este escenario, Bárcenas hincha el globo y ante la persecución al que le someten los medios se deja querer y va dejando caer que tiene grabaciones realizadas a Arenas, Cospedal y al propio Rajoy en su despacho de Génova.

La cúpula del PP le cree. Y el resultado es la operación de seguimiento y de entrada en el despacho que alquila su esposa en la madrileña calle del general Díaz Porlier, de apenas 20 o 25 metros cuadrados.

El estado mayor policial, con el Director Adjunto Operativo (DAO) en cabeza, inicia un operativo para evitar que Bárcenas pueda provocar la caída del gobierno de Rajoy con la difusión de las “bombas atómicas” que Bárcenas dice poseer en sus entrevistas con medios y en los mensajes que transmite a sus fuentes en el PP.

Es humo. Si se revisa el sumario de la Operación Kitchen, la conclusión es evidente. Los policías se aprovechan del temor cerval del PP ante Bárcenas para embarcarse con patente de corso y fondos reservados en una operación que no arroja resultado alguno.

Oscar Wilde ha dicho que la vida imita al arte. La operación Kitchen imita al cine.

A Torrente, el brazo tonto de la ley.

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