Bussoga, la baldosa atrevida que escapa del lavabo
El estudio de diseño de Sant Jordi Desvalls triunfa en el mundo con creaciones originales y transgresoras
Sant Jordi DesvallsDe pequeño, Josep Motas Isach dibujaba calaveras y batidoras, siempre lo mismo, casi como una obsesión. De mayor, un profesor le dijo que cualquier cosa, aunque sea fea, repetida es bonita. La calavera que tantísimas veces había dibujado Josep es hoy una de las figuras más identificativas del estudio Bussoga, que el diseñador comparte con su compañera, Irina Grosu, en Sant Jordi Desvalls (Baix Empordà). La firma se ha hecho un nombre en todo el mundo por reinventar la baldosa catalana con diseños impregnados de imaginación, humor, transgresión y un toque de surrealismo. El pavimento hidráulico del recibidor del estudio de estos diseñadores es ya toda una declaración de intenciones: a primera vista parece un mosaico modernista, pero una observación atenta permite descubrir que se trata de una composición hecha a base de calaveras, que no deja de ser una repetición –en este caso de baldosas con el dibujo de una calavera– como la que mencionaba el profesor a Josep Motas. El azulejo repetido crea un conjunto hermoso y sorprendente, a la vez que resume el espíritu de la firma Bussoga: la suma de la tradición y la modernidad, la simbiosis entre arte y diseño.
Una colección irreverente, con figuras de órganos sexuales, triunfa en el extranjero
En su estudio de Sant Jordi, Josep e Irina idean, crean y cuecen en el horno baldosas serigrafiadas a mano que se pueden utilizar para pavimentar suelos o cerraduras de pared, o para crear composiciones murales decorativas. Se encuentran baldosas con dibujos de calaveras y batidoras en su amplio catálogo, donde también hay sugerentes figuras de monos, huevos fritos, magdalenas, gatos, plátanos, enchufes, lenguas, o incluso imágenes tan políticamente incorrectas como vulvas, pene, senos o culos. Motas explica que de esa colección más irreverente, llamada pornstars, les han hecho numerosos pedidos desde varios países. La firma ampurdanesa tiene clientes en Alemania, Italia, Holanda, Francia y Estados Unidos, entre otros países.
Producto único y rompedor, la clave del éxito
Distinguirse en el mercado es una de las claves de su éxito. "Para un diseñador conseguir que te escuchen es difícil. Actualmente viene mucho de fuera ya precios muy asequibles, y cuesta competir con ellos. Hacer piezas únicas, exclusivas, con diseños llamativos y rompedores, y creadas artesanalmente, nos da distinción" , indican los diseñadores, que reconocen que tienen clientes "muy repartidos por todo el mundo, muy motivados y dispuestos a pagar por un producto artesano y original". También destacan el vínculo y el arraigo de su empresa con el territorio: colaboran con artistas y ceramistas locales, especialmente de la Bisbal d'Empordà.
Del territorio han tomado también su nombre. Bussoga es una palabra muy arraigada en el hablar ampurdanés que se utiliza para aludir al bulto que sale cuando uno se da un fuerte golpe en la cabeza. "Como las buceas, también en nuestra cabeza salen, repentina y accidentalmente, las ideas para nuestros diseños", explica Motas.
Un "amor a primera vista" para Irina
Bussoga nació en el 2010 en la actual sede de la firma, que antiguamente fue la casa de los abuelos de Motas y que poco a poco él fue reformando. La empresa recibió el empuje para crecer cuando se incorporó Irina, en 2012. Especializada en bellas artes y arte mural por la Universidad de Iasi, en Rumanía, su país, Irina empezó a trabajar en Bussoga con una beca de Erasmus. Desde entonces ya no se ha ido. "No sabía nada de la empresa ni de Sant Jordi Desvalls, pero desde el momento en que bajé de la estación de Flaçà, todo fue un amor a primera vista, tanto en el ámbito sentimental como empresarial", recuerda Irina . Con Josep Motas comparten hoy dos hijos y la empresa, que han sabido hacer crecer "sumando el talento de ambos y con el aprendizaje mutuo". "Al principio teníamos pocos pedidos pero no parábamos de trabajar, ideando proyectos, haciendo pruebas, aprendiendo...", recuerda Irina. La pandemia de cóvido supuso un punto de inflexión para la firma. "Todo el mundo se quedó encerrado en casa y mucha gente decidió hacer cambios. Los pedidos de clientes locales empezaron a crecer, y también del extranjero", añade Irina.
Además de baldosas, Bussoga crea objetos de uso doméstico, como una sopera en forma de gallet gigante de escudilla de Navidad, posavasos o perchas. Actualmente exploran también la vertiente puramente artística de su profesión con la creación de figuras tridimensionales: composiciones murales con figuras de pequeños fantasmas o salchichas de Frankfurt que parecen querer escapar de la pared, o animales volumétricos hechos con baldosas planas. La empresa ya ha creado tres ovejas, un cerdito y una vaca. Ahora tienen en proceso de producción un cocodrilo que la galería Il·lacions de Barcelona llevará a principios de diciembre a la exposición Art Basel de Miami.