¿Cómo un calzado de origen humilde ha terminado siendo un zapato 'pija'?

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Unos zapatos sin tacón en una imagen de recurso.

Nanni Moretti, en su última película, El sol del futuro, lo tiene clarísimo: no soporta las mules! Y no es la única persona con estos sentimientos hacia estos zapatos, que se caracterizan por tener la parte de los dedos cubierta mientras dejan la zona trasera del talón a la vista. De hecho, o te encantan o las odias, no hay promedio. El sentimiento adverso nace, primeramente, de la aparente carencia de lógica, ya que, si hace calor, muestras el pie con unas sandalias y, si hace frío, lo mejor es cubrirlo totalmente. ¿Pero cuál es el contexto climático que da sentido a mostrar sólo medio pie? Otro de los motivos que puede llevarnos hasta la irritación es el ruidito martilleante del talón. Pero para entender su razón de ser, vamos a buscar su historia.

Su nombre proviene de los calceus mulleus, una exclusiva bota roja que sólo podían lucir los senadores de la Roma clásica para distinguir su rango. Pero el origen de la forma está posiblemente en el zueco, donde la falta de talón adquiere toda lógica, ya que, al ser un calzado protector que cubre el zapato, no tener la parte trasera facilita su uso. Y aquí es donde radica también la indignación de Moretti: como un calzado de origen humilde ha acabado siendo un zapato pijo?

La clave está en el Rococó, cuando los conceptos de intimidad y comodidad tomarán forma, en unos palacios cada vez con más espacios donde gozar de privacidad y unas pinturas con un marcado gusto voyeurista invasión de la intimidad. Por tanto, hacía falta también una vasija más cómoda, como las mulas, pensadas para lucirse tan sólo en la habitación, lejos de la protocolaria vida de corte, ya que no eran adecuadas para andar ni medias distancias. Con el tiempo, terminarán también llevándose en público, fruto de la sensualidad y el galanteo propio de la época, que percibirá la muestra parcial del pie como una licencia erótica sin precedentes.

Las mules tienen un claro protagonismo en la pintura El columpio (1767) de JH. Fragonard, una escena galante de una chica columpiada por su marido, ajeno a que el amante, escondido en un arbusto, disfruta de un privilegiado plano contrapicado de las intimidades de la chica. Y en el balanceo, que es el ir y venir de ella entre el marido y el amante, pierde un zapato, casualmente uno mule, símbolo de la pérdida de la inocencia. En la década de los 50 del siglo XX, las mulas reaparecerán con fuerza, especialmente con figuras como Marilyn Monroe, como símbolo del estereotipo doméstico, decorativo y sexualizado de la mujer; unos rasgos totalmente fieles a la esencia de las mules en el Rococó.

En 2023 las mules están totalmente en auge en una gran diversidad de formatos, pero lo sorprendente es su fusión con las zapatillas. Lo han hecho Balenciaga con las Triple S, Margiela y Solomon con las XT-4, entre otras marcas, pero la versión más extrema es la de Martine Rose para Nike, con unas zapatillas de fútbol convertidas en mules de tacón. Posiblemente, fruto del auge surrealista que invade la moda en los últimos tiempos o, también, de la voluntad de estirar el chicle del fenómeno de las zapatillas, cuyo ocaso ya auguran los expertos.

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