La madera es sinónimo de confort, también de sostenibilidad y conciencia de la necesidad de edificar menguando los efectos del cambio climático. Esta casa construida en madera es un proyecto que busca todo esto. Pero para ello es un proyecto que requiere una gran precisión en la concepción, diseño y ejecución. La unión de la arquitecta Clara Crous y su pareja, ingeniero, les ha permitido pensar y realizar cada una de las piezas que, juntadas, configuran ahora la casa. También han hecho lo mismo con los muebles, desde los de la cocina hasta los cabezales de camas y aseos, todo hecho para el sitio. Asimismo, se ha hecho con las persianas Barcelona, las enrollables de siempre, que han automatizado con un motorcito y domótica para que se abran o cierren según la hora y los cambios del tiempo.
La casa de la arquitecta: construida en madera, es una obra con mucho sentido
Casa en el Pradet (Alt Empordà). Clara Crous Arquitectura
Sabemos que las cosas siempre pueden ser de otra forma. También las casas. Pero ésta, la Casa en el Pradet, como les gusta llamarla a sus propietarios, tiene todo el sentido de que sea así como es. Los propietarios, quienes lo habitan, son también sus autores: la arquitecta Clara Crous –fundadora de Clara Crous Arquitectura–, responsable del proyecto, y su pareja, un ingeniero que se dedica en buena parte a la madera, al corte con láser. De los conocimientos y de las convicciones de los dos ha nacido esta casa, construida en madera, en un solar familiar situado en los límites de un pequeño pueblo del Alt Empordà.
En la Casa en el Pradet todo tiene sentido: que la madera sea el material de la edificación, que esté diseñada para ser prefabricada en el taller y sólo montada en el lugar, que sean los autores los que en buena parte la han construido . E incluso tiene mucho sentido el nombre que le han dado. Aquella parcela era un pequeño prado, y enfrente tienen campos de manzanos y valles y montañas, y miran lejos hacia Roses y hacia el Montgrí, en una panorámica de naturaleza que parece no terminar nunca. Por eso, también tiene sentido que la casa se haya abierto hacia los paisajes, hacia el este y hacia el sur, las mejores orientaciones, y, en cambio, se haya protegido más hacia el norte, poniendo el garaje , porque en el lugar donde se ubica la casa, elevado como está el terreno, la tramontana puede tocar fuerte.
También responde a unos condicionantes la volumetría que Clara Crous ha dado en la casa. Sus 150 m² habitables, más los 60 de garaje, y sobre todo la forma que cogen sobre el terreno, son la respuesta arquitectónica a una parcela que es triangular, a un lugar que necesita protección y, por tanto, le va bien retrasar ciertos módulos y avanzar otros. Pero también es la respuesta a una forma de entender la vivienda como una suma de cajas, de módulos, que no sólo permite articularla interiormente como una sucesión de espacios abiertos, sin pasillos, sino que también aporta una flexibilidad para adaptarla cese a lo que pueda llevar la vida. Son una pareja joven, y quién sabe si la familia va a crecer. En este sentido, por si acaso, una de las habitaciones que ahora se destina a estudio podría ser un dormitorio. En este sentido, también, el altillo de la sala, al que se accede por una escalera que sube y baja de forma automática, también podría tener el uso adicional que se precise.
Así, la casa de madera, levantada del suelo para evitar las humedades y las inundaciones que pueda haber en la zona, tiene el aislamiento de corcho y está recubierta en buena parte de mortero de cal, sólo dejando vistos los techos de vigas de abeto y los grandes paneles de abedul. En la Casa en el Pradet todo son materiales naturales, y de proximidad, como son las baldosas de barro artesanas que, con sus imperfecciones, recubren los dos porches y enmarcan ciertas partes de los módulos en la fachada y también la piscina.
Tiene sentido que la casa sea tan abierta y acogedora a la vez, y de un estilo tan fresco como cálido; algo nórdico, también; muy mediterráneo, sobre todo. La arquitecta Clara Crous quería que la casa estuviera arraigada en el lugar y en su vida, al igual que la pareja que forman. Una casa de formas sencillas, discreta y que no fuera una caja de esas que pueden estar en cualquier sitio. También quería, querían, poder hacerla ellos mismos, desde la estructura de madera hasta el mobiliario, porque podían, pero también por no encarecer los costes técnicos y hacer más ágil, rápido y barato el montaje.
Desde los espacios plenamente conectados, sin perder su individualidad, que son la cocina, la sala y el comedor, hasta las tres habitaciones y baños de la casa, los muebles hechos por la pareja toman también sentido porque se integran en un proyecto particular que es una forma de reflejar y dar paso a su proyecto vital.