Homenotes y danzas

El ciclista de Sants que se inventó el Miami catalán

El promotor Marcel·lí Esquius construyó en la costa y creó barrios en el Baix Llobregat

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Miami Playa

No resultaría difícil encontrar a personas de determinada generación que fueran de la opinión de que la estética de nuestra civilización llegó a su cenit durante la segunda mitad de los años ochenta, y que quien mejor representaba ese momento de plenitud visual era la serie de televisión Miami Vice, con todos los protagonistas vestidos por Adolfo Domínguez. Sea como fuere, la ciudad más conocida de Florida tiene una conexión sutil con Cataluña y también la estética está relacionada; este vínculo con nuestro país no es otro que el complejo costero llamado Miami Platja, en el municipio de Mont-roig del Camp. Con una estética difícil de definir que pasa del lujo refinado al charonismo –todo aliñado con toques de brutalismo soviético–, esta urbanización nacida a finales de los cincuenta es un lugar del país realmente curioso.

El ideólogo de todo aquello fue un hombre de Sants, Marcel·lí Esquius, que después de desarrollarse en diferentes ámbitos profesionales lo probó con la promoción inmobiliaria y, sin duda, se va salir con suficiente éxito. Sin embargo, su primera afición fue la bicicleta, y se lo cogió tan en serio que llegó a ser uno de los mejores ciclistas del barrio. Los primeros pasos en el mundo de los negocios los dio como representante comercial y después como pequeño empresario en el mundo de la madera, a partir de un negocio afincado en Perpiñán.

Una vez regresado a Barcelona, ​​empezó a operar en el sector de la compraventa de suelo, la actividad en la que se acabaría haciendo rico. Él estuvo detrás de la urbanización de la finca de Pubilla Casas, hoy un barrio populoso de Hospitalet de Llobregat, y también de la edificación de Can Vidalet, en Esplugues, sobre una finca que había formado parte del patrimonio de la familia Vidal-Ribas. Todo esto ocurrió durante la década de los años cuarenta, poco antes de la llegada de las grandes oleadas migratorias hacia Cataluña. Pero la gran operación se gestaría a partir de 1952, cuando adquirió la finca del Vedat, propiedad del marqués de Marianao (familia Sama), que aparentemente no tenía ninguna gran utilidad más allá de las cacerías del marqués. El turismo de playa estaba a punto de ponerse de moda, y aquella zona costera, dentro del municipio de Mont-roig del Camp y junto a L'Hospitalet de l'Infant, era el lugar propicio para hacer una gran inversión : setecientas hectáreas baldías que con el paso de los años se irían convirtiendo en apartamentos, bloques de pisos, torres de veraneo, algún hotel e incluso una iglesia de nueva planta, la de Santa María Magdalena (1961) , y un cuartel para la Guardia Civil (1966).

El nacimiento de estas dos últimas construcciones, financiadas por el propio Esquius, tuvo una amplia cobertura en la prensa de la época, tan católica y castrense como lo era la sociedad española del momento. Y para dar visibilidad internacional, un sonoro homenaje en verano de 1960 a Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, con la presencia de su viuda y la erección de un monumento incluidos. En medio de todo, distinciones para el ideólogo de proyecto, que recibió, por ejemplo, la Medalla de Plata de Cruz Roja (1961). Toda la expansión fue dirigida por el arquitecto Juan Zaragoza Albi, que ha dejado mucha obra construida en el área de Tarragona. Mientras el principal contingente de peones vino de Andalucía, los compradores de las torres y apartamentos de primera línea fueron mayoritariamente aragoneses, poco antes de la entrada del colectivo de alemanes, que llegaron a crear un barrio propio. La tercera nacionalidad en descubrir el paraje fue la francesa, en buena parte compuesta de pieds-noirs ahuecados de Argelia. En 1955 se acabó instalando el mismo Esquius, que establecería en Miami Platja su residencia definitiva.

Desde la muerte de Esquius, el día de Sant Esteve de 1969, Miami Platja no ha dejar de crecer y reinventarse, hasta convertirse en un lugar –como decíamos desde el principio– de definición complicada. Un hombre singular, vestido habitualmente con sombrero y sempiternas gafas redondas, que la prensa de su tiempo definía como dinámico, de mentalidad creadora, activo y diligente, entre un montón de adjetivos más de este estilo.

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