La ciudad donde nacen los mejores especialistas para parar penaltis en el Mundial
Livakovic, el nuevo héroe croata al parar tres penaltis, es vecino y amigo de Subasic, que hacía lo mismo ahora hace cuatro años
BarcelonaEn Zadar la vida parece transcurrir con calma, especialmente cuando brilla el sol. La costa dalmática es preciosa y este puerto que durante siglos fue veneciano, con sus campanarios que imitan los de la plaza de San Marcos con leones alados, hace años que ve cómo los niños juegan a fútbol en la plaza de la iglesia. Bueno, quizás juegan a waterpolo, como suele pasar en los puertos croatas. O a baloncesto, que no muy lejos está Sibenik, donde nació Drazen Petrovic. "Nos gusta competir, nos gustan los deportes. No nos gusta perder", solía decir Daniel Subasic, hijo de Zadar.
El Ayuntamiento de Zadar ha dado el título de hijos honorarios de la ciudad a diferentes deportistas en los últimos años. Uno de ellos, claro, es Luka Modric, que es de un pueblecito de interior no muy lejan, pero se crio en Zadar, donde su familia buscó refugio durante la Guerra de los Balcanes. Dos de estos ciudadanos ilustres son porteros de fútbol. Los dos, internacionales con su selección. Y los dos, especialistas en parar penaltis. En el Mundial de Rusia de 2018, Daniel Subasic fue uno de los héroes croatas, que llegaron hasta la final gracias a sus paradas. Tanto en los octavos de final contra los daneses como en los cuartos de final contra los rusos, Croacia se clasificó en la tanda de penaltis con Subasic haciendo de las suyas. "Admito que hay una parte de mí que disfruta en este momento. ¿Nervios? Un poco. Pero también me lo paso bien, desafiando al rival", decía el portero, que con 38 años todavía juega. Ahora los croatas ya están en los cuartos de final gracias a los tres penaltis parados contra Japón por Dominik Livakovic. Sí, también hijo de la ciudad de Zadar. Los croatas no han perdido nunca una tanda de penaltis en el Mundial y desde su independencia solo los turcos los superaron en este arte en la Eurocopa de 2008. Ese día el portero era Stipe Pletikosa, nacido en Split. "En Zadar sabemos más", bromeaba ayer Subasic hablando con la prensa de su país.
El nuevo héroe croata es Livakovic, de 27 años. Ya antes del Mundial tenía el título de hijo honorario de la ciudad. Cuando le dieron el título más de uno se quejó considerando que todavía no había hecho nada del otro mundo. Sí, ya era el portero titular en el Dinamo de Zagreb, el club que cada año gana la liga croata. Pero a escala internacional sus méritos eran sentarse en el banquillo esperando el día que Subasic se hiciese mayor. La gente consideraba que, seguramente, le concedían ese honor por ser hijo de quién era. Su padre, Zdravko Livakovic, un ingeniero, había sido secretario de estado en el ministerio de Transportes, Infraestructuras y Asuntos Marítimos durante el gobierno de Bozidar Kalmeta, de centroderecha. Los Livakovic son una familia respetada en Zadar. De hecho, el destino del portero croata parecía escrito cuando nació: iría a la universidad y jugaría a baloncesto, puesto que su abuelo, un conocido radiólogo, era directivo del club de baloncesto de Zadar. Cuando se inauguró el nuevo pabellón de la ciudad, con Zdravko Livakovic en el Ayuntamiento como concejal y el abuelo en la junta del club, se decidió que sería un niño quien haría la primera canasta de la instalación: Dominik fue el escogido. "Empecé con el baloncesto, pero rápidamente me enamoré del fútbol. En el segundo entrenamiento ya estaba en la portería. Mi abuelo siempre me dio mucho apoyo en mi carrera", decía en una entrevista este chico que fue descubierto por el Dinamo de Zagreb cuando era adolescente. Esto planteó un pequeño problema. Croacia tiene dos caras: el mar y el interior. En la costa dálmata todo el mundo ama el Hajduk Split, el club más grande de la costa. Y, por lo tanto, no se puede ni ver al Dinamo de la capital, en el interior. Casi todos los grandes jugadores surgidos de Zadar acaban jugando en el Hajduk, como ha hecho Subasic, pero Livakovic se marchó al Dinamo. "A veces te dicen cosas que no gustan mucho por ser dálmata y jugar en el Dinamo de Zagreb", admitía el portero.
Su madre, profesora de inglés, siempre le ha pedido que no deje los estudios. Ahora los tiene congelados. Empezó relaciones internacionales en la Universidad de Zagreb, unos estudios que confía acabar algún día. Antes tendrá que decidir si se marcha al extranjero o sigue jugando en Croacia. Las ofertas no le faltan y, según explica, su mujer le dice que sería bonito poder vivir unos años lejos de casa para aprender idiomas y conocer otras culturas. Cuando se casaron, por cierto, lo hicieron en el corazón de Zadar, en la catedral, construida por los venecianos. Una de esas iglesias preciosas que, una vez la ves, podrías pensar que estás en Italia. Entre los invitados estaba Subasic. "Siempre ha sido una persona que me ha dado consejos. Me dice que el portero necesita estar tranquilo y confiar en su instinto", afirma. Algo saben, ellos dos. Siempre que Croacia afronta tandas de penaltis, un portero de Zadar sale al rescate. Durante las celebraciones después de derrotar a los japoneses, Livakovic, Modric y el lateral Martin Erlic, todos de Zadar, lo celebraron con una bandera con el nombre de su ciudad, donde miles de personas lo celebraban en las calles.